Un año más, un festival de cine de Gijón más, pero no será simplemente uno más, nunca lo son, ya que todos los años la mezcla de películas, tertulias y conciertos que supone este festival hace que cada edición sea única, con momentos y sensaciones que se me quedan clavados en el cerebro.
En esta ocasión, la película encargada de inaugurar la edición de este año fue “La calle de la amargura”, dirigida por el mejicano Arturo Ripstein. En ella se nos muestra a un variopinto grupo de personajes formado por enanos luchadores, borrachos, prostitutas, mendigos que componen en un barrio de Ciudad de Méjico una especie de patio de las maravillas, en el que cada uno sobrevive como puede...
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