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¿Cara o cruz? (Testa o croce?)

El spaghetti western fue un subgénero cinematográfico dentro del western, que se caracterizaba por su violencia y su desmitificación del oeste americano. Eran películas de producción italiana rodadas en España o Italia, que representaban zonas desérticas de los Estados Unidos y que directores como Sergio Leone o Sergio Corbucci llevaron a su máximo nivel. En el caso de “¿Cara o cruz?” (“Testa o croce?”) los directores Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis han dado la vuelta a la tortilla creando un western rodado en su país y ambientado en la Italia de finales del siglo XIX, partiendo de la gira europea que hizo con su espectáculo Bufalo Bill Cody en esos años.

Ercole Rupé (Mirko Artuso) es un rico terrateniente italiano, en cuyas tierras va a hacer una parada el show de Bufalo Bill (John C. Reilly). El show impresiona a Rosa (Nadia Tereskiewicz) la esposa del terrateniente, quien empieza a soñar con una tierra de libertad. Para cumplir sus sueños Rosa piensa en Santino (Alessandro Borghi) uno de los vaqueros a sueldo de su marido.

Pretendiendo ser fieles al antiguo spaghetti western, nos encontramos en esta película con una buena dosis de violencia, así como una sucesión de antihéroes entre los que cabe destacar ese Búfalo Bill poseedor de una labia similar a la de los sabios de la antigua Grecia y un ego mayor que cualquier desierto. John C. Reilly no defrauda a la hora de poner cara a este personaje, el cual resulta ser el único realmente interesante de todos los que van pululando por la pantalla.

Una casi irreconocible Nadia Tereskiewicz da vida a Rosa, consiguiendo crear otro personaje fuerte al igual que hiciera hace un par de años en “Mi crimen” (“Mon crime”, Francois Ozon). Rosa busca su sitio en un mundo que, como ella misma dice, siendo mujer sólo tienes tres  opciones: monja, prostituta o esposa. Para acabar con el trío de personajes principales tenemos a Santino, el cual comienza siendo alguien muy parco en palabras para, poco a poco, convertirse en alguien que no deja de hablar ni después de muerto y al que da vida Alessandro Borghi en una actuación que no resulta especialmente reseñable.

El film también evoluciona a lo largo de su metraje, partiendo de un realismo que refleja las diferencias existentes entre clases sociales, para acabar moviéndose dentro del género fantástico con toques de comedia. Personalmente, creo que esta última parte no beneficia en nada al resultado final, quedando en el espectador una sensación de que, en realidad, no ha visto nada reseñable.

Resulta bastante complicado definir a este film el cual, partiendo del western, se mueve entre diferentes géneros mediante unos personajes poco definidos y una puesta en escena variada, pero que no resulta especialmente interesante. Se diría que los directores han querido abarcar demasiado y se han quedado en medio de todo sin destacar en nada, sin embargo tiene momentos brillantes que pueden, por sí solos, merecer el visionado de esta obra.

Perteneciente a la Sección Géneros Mutantes del FICX63, se podrá volver a ver el Sábado 22 a las 17.00 horas en la sala de Gijón Sur.

Gabriel Menéndez Piñera

 

 

 

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