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Muere Alfredo Landa, uno de los grandes actores de nuestro cine.

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Tras ochenta años de vida, cuarenta y cinco de ellos dedicados a hacer películas, hoy nos ha dejado Alfredo Landa,uno de los grandes del cine español. Expresar lo que ha significado este hombre para nuestro cine es realmente difícil, hay que haberlo vivido y hay que haber visto sus grandes películas (y alguna de las malas también).

Alfredo Landa ha estado presente en toda mi vida cinematográfica. Así, cuando era todavía un chaval me reía con esos personajes tan simpáticos que interpretaba en las inocuas comedias españolas de los años 60 y las no tan inocuas de los 70 que dieron lugar al género que llevó su nombre: “el landismo”. Posteriormente, siendo ya un adulto descubrí sus grandes interpretaciones realizadas a partir de la segunda mitad de los 70. Ese guarda fincas que traga lo intragable en “Los santos inocentes”, ese detective nostálgico de “El crack”, ese bandido gallego que pedía tabaco a sus víctimas en “El bosque animado”, ese sargento republicano eternamente enfadado de “La vaquilla” y muchos más hasta llegar a hace unos días.

Porque la casualidad hizo que el pasado martes estuviese disfrutando de  una de sus películas que no había podido ver hasta ahora. Se trata de “Las verdes praderas” (1979), de Jose Luis Garci y en ella don Alfredo me volvió a emocionar interpretando a un ejecutivo, a la española, en la época de la transición. El cual,  tras luchar por tener todo lo que en su juventud ansiaba, un trabajo estable, una mujer joven y guapa, dos hijos y una casa en el campo para los fines de semana (algo que su padre siempre quiso) se da cuenta de que no es feliz, que tras pelear tanto por conseguir esa vida que tanto deseaba, se da cuenta de que no le gusta, que no es lo que él pensaba. Y a pesar de que es Garci el que nos está confesando esa frustración tan habitual en el hombre entrado en la cuarentena, es la cara y la voz de Landa el que nos emociona, cuando mirando a su mujer a la cara y mordiéndose el labio inferior le confiesa: “Me he equivocado Conchi, ¡Me he equivocado!”.2013_5_9_PHOTO-6afc105f9b23212a6cb3a659802ed8ce-1368116240-33

Alfredo Landa como persona no se equivocó y así,  comenzó en el cine como secundario en 1962 siendo  su primera película nada menos que esa deliciosa comedia que es “Atraco a las tres” (Jose María Forqué).  En  papeles secundarios se mantuvo hasta el año 1967, participando en películas como “El verdugo” (1963, Luis García Berlanga), “Historias de la televisión” (1965, Jose Luis Saenz de Heredia) y en dos películas protagonizadas por Paco Martínez Soria “La ciudad no es para mi” (1966, Pedro Lazaga) y “¿Qué hacemos con los hijos?” (1967, Pedro Lazaga) entre otros muchos títulos de la época.

A finales de la década de los 60 comenzó a protagonizar las típicas comedias españolas de la época, de escasa calidad la mayoría de ellas. Tantas de estas películas hizo que creó un género propio dentro del cine español, “el landismo” que se perpetuó hasta la segunda mitad de la siguiente década cuando otro género  patrio “el destape” fue apartando a Landa de este tipo de comedias de consumo fácil, aunque llegó a participar en algunas de ellas. En estas películas, encarnó como nadie al españolito medio de la época: moreno, bajito, con algo de atractivo, pícaro pero más honesto que bandido y, sobre todo, ilusionado con el futuro, con encontrar un trabajo, con tener dinero, con casarse con la mujer ideal y formar una familia. Con las mismas ilusiones que tenían el resto de españoles hartos de tantos años de oscurantismo que llevaban encima con el régimen de Franco. Se podría decir que el personaje de Landa en “Las verdes praderas” es la evolución natural de todos esos personajes que interpretó durante “el landismo”, alguien que viene de lo más bajo y que  ahora que ha conseguido lo anhelado se da cuenta de que no era lo que él esperaba. Es imposible reflejar mejor la historia de España y de los españolitos de esos años que vivieron su juventud y madurez entre 1960 y 1980.18897391

Las películas que hizo durante esos años se cuentan entre las más taquilleras del cine español de la época. Las más destacadas fueron: “No desearás al vecino del quinto” (1970, Ramón Fernández), “Cateto a babor” (1970, Ramón Fernández), “Vente a Alemania Pepe” (1971, Pedro Lazaga), “Vente a ligar al oeste” (1972, Pedro Lazaga) y, sobre todo, las dos dirigidas por Mariano Ozores, “Manolo la nuit” (1973) y “Jenaro el de los 14” (1974)-

A partir de entonces comienza la verdadera carrera de ALfredo Landa, comenzando a alternar estas comedias sin calidad con películas de mayor enjundia en la que pudo empezar a mostrar su valía como actor. Esta fase se podría decir que empieza con “El puente”, comedia dramática dirigida por Juan Antonio Bardem en 1977, sin embargo sería el director Jose Luis Garci el que cambiaría la vida del actor. Comenzaron su colaboración con la película de la que hablé anteriormente “Las verdes praderas” de 1979, pero sería dos años más tarde cuando Garci le daría el papel que le consolidaría como uno de los mejores actores del cine español. La película era “El crack” y el papel era el de Germán Areta, el detective duro, callado y que sólo se emociona cuando habla de su novia y de Nueva York.

Y en 1984 llegan “Los santos inocentes”, una de las mejores películas españolas de todos los tiempos, un triunfo total para el cine español y especialmente para sus dos actores principales, Paco Rabal y Alfredo Landa, ambos premiados  en el festival de Cannes de ese año. Que decir de esta película que no se haya dicho ya, sólo se me ocurre decir que es un pecado no verla cada cierto tiempo para disfrutar de una obra cinematográfica completa.2013_5_9_PHOTO-b0c09bc70863b53af58433525aac2362-1368116240-24

Al año siguiente le tocaría el turno a “La vaquilla”  y si “Los santos inocentes” es posiblemente el mejor drama del cine español (con permiso de Almodovar), “La vaquilla”, dirigida por Luis García Berlanga es, sin duda, una de las mejores comedias hechas en nuestro país. En este caso, al tratarse de una película coral, la labor de Alfredo Landa no destaca tanto, pero yo cada vez que le veo riñendo y despotricando ante las incoherencias de aquella maldita guerra no puedo parar de reir.

En 1987 recibiría su primer Goya por otra de sus grandes actuaciones, la del bandido Fendetestas en la maravillosa película “El bosque animado” (Jose Luis Cuerda), en ella el actor se aprovecha de un estupendo guión de Rafael Azcona , creando uno de los mejores personajes del cine español. Este Goya tendría cinco años después un compañero en la repisa, el que le fue concedido por su labor en la película “La marrana” también dirigida por Jose Luis Cuerda.

En el año 1994 volvería a colaborar con Garci en su película “Canción de cuna”, hecho que repetiría en “La herida luminosa” (1997),  en “Historia de un beso ” (2002) y, finalmente, en “Luz de domingo”(2007) que se convertiría en la última película de uno de los mitos del cine español.

Sólo me queda añadir que las películas de Alfredo Landa me han acompañado durante toda mi vida y lo seguirán haciendo, pero ahora cuando acabe de ver una de sus películas siempre tendré un regusto amargo porque hay personas y personajes que quieres que estén siempre contigo, pero por desgracia nunca es así. La gente viene y se va, las películas por suerte siempre están ahí para poder verlas otra vez siempre que quieras. Por ello, gracias Alfredo, muchas gracias por tantas y tantas películas, buenas y malas, dramas y comedias, porque tú eras como Bogart, en el sentido de que una película tuya merece la pena verla sólo porque tu actúes en ella. Y en el momento que apareces en pantalla los demás actores empequeñecen y nosotros (los espectadores) sólo tenemos ojos para verte a ti en la pantalla.

Gabriel Menéndez Piñera

 

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