Una gran historia, con un gran personaje principal interpretado por un enorme actor, son una excepcional base a la hora de realizar una muy buena película, pero no son suficientes. El director tiene que poner mucho de su parte para convertir esos ingredientes de primera calidad en un plato que destaque sobre el resto y que enamore a los exigentes comensales que lo van a degustar. En el caso que nos ocupa, “The imitation game” tiene todos esos ingredientes, pero su director, Morten Tydlum, no ha sabido que hacer con ellos y se ha limitado a mezclarlos sin mucho sentido, ni arte. El resultado es lo que es, una película, que sin ser mala, no aporta absolutamente nada que no sea conocer un poco más a fondo a un personaje de vital importancia en el devenir del siglo XX.
La película nos cu...
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