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Las líneas discontinuas

En la sociedad actual hay dos momentos vitales especialmente complicados. Por un lado está ese momento, entre los 25 y 30 años, en el que tras acabar tus estudios empiezas a trabajar, normalmente en algo que no tiene nada que ver con lo que has estudiado.  Por otro lado está el momento en que cumples 50 años, notas la falta de energía y de ánimo, nada te satisface como antes y, en muchos casos, tu vida empieza a tomar cambios forzosos. Ambas situaciones están muy bien reflejadas en “Las líneas discontinuas” (“As liñas descontinuas”), el segundo largometraje de Anxos Fazáns y con el que participa en la Sección Oficial Albar del FICX63.

Bea (Mara Sánchez) tiene 50 años, se va a divorciar de su marido y, por ello, debe abandonar la casa en la que ambos convivieron y criaron a su hija ya universitaria. Una madrugada llega a su domicilio y lo encuentra todo revuelto y con Denís (Adam Prieto), uno de los ladrones, dormido en su cama. Tras la confusión inicial, ambos comenzarán una extraña relación de amistad y entendimiento mutuo.

“Las líneas discontinuas” destaca por su cercanía, el cariño hacia sus dos personajes principales y por hablarnos de esos temas que no suelen aparecer en la mayoría de las películas. Anxos Fazáns nos sumerge en la intimidad de Bea, durante un fin de semana que iba a ser uno de los más tristes de su vida y que, con total naturalidad, se convierte en uno que recordará durante largo tiempo. Y todo ello se debe a la aparición de Denís, quien le recuerda a ella a su edad, a sus sueños, a su amor por la música. Aspectos de su vida que han ido desapareciendo con el tiempo, ella misma le reconoce a Denís, en un momento del film, que hace muchos años que no ponía un disco en su casa. Estas virtudes de la película no serían tales, si no fuera por el excelente trabajo de Mara Sánchez y Adam Prieto, los cuales hacen que te introduzcas con ellos en esa casa y compartas sus dudas, sus miedos, su tristeza.

La directora gallega marca dos ritmos muy diferentes a la película a lo largo de la misma. Al comienzo, todo sucede de forma muy fluida, incluso diría que la noche loca de Denís que acaba en la casa de Bea, se muestra de un modo algo precipitado, como si Anxos Fazáns tuviera prisa porque Denís y Bea se encontrasen cuanto antes. Posteriormente el ritmo se va ralentizando poco a poco, hasta llegar a un punto en el que la película se detiene por completo, invitando a la reflexión del espectador acerca de lo que está viendo en la pantalla.

Por otro lado, la puesta en escena es bastante sencilla sin grandes alardes. Me queda bastante claro que para la directora lo importante es lo que nos está contando (el guion lo firma ella misma, junto a Ian de la Rosa) y no la forma de hacerlo cinematográficamente hablando. Aún así, tiene alguna escena bastante elaborada pero, por desgracia, no tantas como yo hubiera deseado.

En definitiva, “Las líneas discontinuas” ha resultado ser una grata sorpresa y espero que llegue a la mayor cantidad de gente posible. Otra gran elección dentro de la programación del FICX63 que se podrá volver a ver el lunes 17 a las 19.30 en la Sala Gijón Sur.

Gabriel Menéndez Piñera

 

 

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