Resulta altamente estimulante comprobar que todavía hay gente que considera el cine de género como una buena manera de exponer sus particulares puntos de vista y sus habilidades narrativas. Eso es lo que hace Robert Eggers en “La bruja” (“The witch”, 2015), película que supone su debut como realizador de largometrajes. En ella, Eggers nos propone una vuelta a los orígenes del miedo cinematográfico, al terror que supone imaginar lo que va a suceder, a la atmósfera opresiva y cautivadora, a la luz impresionista que captura la tristeza y el terror de una época dura como pocas.
La acción transcurre en Norteamérica en el siglo XVII, una familia de colonos se instala a vivir cerca de un bosque, intentando prosperar aparte del poblado cercano...
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