El lado bueno de las cosas
Tras ver esta película uno se da cuenta porque ha sido nominada a las 8 categorías principales de los próximos premios Oscar, siendo la primera vez que ésto sucede en los últimos treinta años, la última película que logró tal proeza fue “Rojos” (“Reds” Warren Beaty, 1982). Dichas categorías son: película, director, guión (en este caso adaptado), montaje y actores y actrices (principales y secundarios).
El director y guionista David O. Rusell ha conseguido con su película “El lado bueno de las cosas” (“Silver linings playbook”, 2012) algo que a estas alturas de la película me parecía casi del todo imposible, resucitar por todo lo alto la comedia romántica (en este caso se trata de una tragicomedia). Russell ha creado una película casi redonda, con múltiples lecturas y que nos cuenta una historia muy poco convencional a la que, de manera intencionada, le da un final de los de toda la vida.
El comienzo de dicha historia es el siguiente: Pat (Bradley Cooper) es un profesor que acaba de salir de una institución mental, tras pasar en ella los últimos ocho meses, al serle diagnosticado un transtorno bipolar por haber agredido brutalmente al amante de su esposa. Sin embargo Pat pretende volver con su mujer sea como sea, por lo que al conocer a Tiffany (Jennifer Lawrence) una joven viuda amiga de su ex, le pide que le entregue una carta en la que le explica lo mucho que ha mejorado como persona. Tiffany, que no anda escasa de problemas psicológicos, acepta entregar la carta a la ex de Pat con la condición de que éste sea su pareja en un concurso de baile en el que siempre quiso participar.
Lo primero que nos llama la atención en esta película es el reparto, ya que tanto la pareja protagonista, Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, como los padres del personaje interpretado por este último, a los que dan vida Robert de Niro y Jacki Weaver, están magníficos. Si tuviese que destacar a alguno de los cuatro, no tengo más remedio que rendirme ante Jennifer Lawrence, una actriz que va camino de batir todos los records posibles en cuanto a premios y nominaciones. A sus veintidos años está nominada al Oscar a mejor actriz principal por segunda vez, tras su nominación hace dos años por la película “Winter´s bone” (2010, Debra Granik) y, en esta ocasión, tiene muchas papeletas para llevarse el premio a casa, cosa que ya hizo hace unas semanas en la entrega de los Globos de Oro. Esta joven actriz realiza en esta película una actuación soberbia, recreando un personaje unos diez años mayor que ella de tal forma que en ningún momento dudas que tenga la edad que representa en la película y que haya sufrido todo lo que ha tenido que pasar su personaje.
También es destacable el hecho de que por primera vez en unos quince años vemos a Robert de Niro actuar en una buena película. Tras arrastrarse todos estos años por películas de bajísima calidad, que habrán dilatado convenientemente su saldo bancario, da gusto comprobar como sigue siendo el gran actor al que tantísimo echamos de menos estos años.
El guión de la película está firmado por el propio director de la misma, basado en la novela “Un final feliz” del escritor Mathew Quick. En el mismo, Russell ha mantenido la estructura de comedia romántica de la novela original, pero le ha inyectado unas cuantas situaciones incómodas tanto para los personajes, como para el espectador. Así nos cuenta una historia atípica entre dos personas que tenían una vida del todo normal y más o menos feliz a los que, acontecimientos de los que ellos no tienen ninguna culpa, les han hecho cometer actos que han arruinado su vida. Por ello quizás se mantenga ese final feliz que da título a la novela, como queriendo exculpar a sus personajes de todo lo malo que les ha pasado y darles una nueva oportunidad.
Mucha gente ha criticado este final de la película tachándolo de convencional y yo tampoco soy excesivamente partidario de dichos finales. No obstante en esta ocasión tengo que apoyar al director / guionista, ya que si bien es cierto que en la actualidad este tipo de finales son propios del cine más comercial, sin embargo no podemos olvidar que la mayor parte de las obras maestras del cine clásico norteamericano tenían este tipo de final y no por ello se las califica de comerciales. Russell ya adelanta (y justifica) este final feliz al principio de la película cuando el personaje de Bradley Cooper se pilla un cabreo monumental tras leer el final de la novela “Adios a las armas” de Ernst Hemingway y le suelta a sus padres la siguiente frase: “Ya está el mundo lo suficientemente jodido como para darles a la gente historias que acaban mal”. Se trata sin duda de toda una declaración de intenciones respecto a lo que vamos a ver al final de la película.
Otro de los aciertos de la película es la forma de comportarse de los personajes principales. Son dos personas que siempre dicen lo que piensan, que no se andan con tonterías y van directos al grano. Seres tremendamente emocionales que sufren debido a ello más que el resto de la gente y que llevan sus obsesiones hasta el límite sin importar que su forma de actuar les haga quedar bien o no ante las demás personas. Además Russell consigue crear un escenario en que se desarrollan los acontecimientos muy real, recreando un suburbio de Philadelphia lleno de gente cercana, que se conocen entre sí y en el que casi todos están locos por su equipo de Futbol Americano, convirtiendo las tardes de Domingo en todo un ritual de comida, deporte y apuestas.
Sin embargo lo que más me ha llamado la atención es como el director pone toda la carne en el asador en el aspecto técnico en los últimos veinte minutos de la película. Así, la escena del concurso de baile es todo un prodigio en cuanto a la planificación, la puesta en escena, los planos secuencia y, sobre todo, el montaje de la misma. Yo recomiendo ver esta película a todo el mundo, aunque únicamente sea por disfrutar de esos últimos minutos sencillamente colosales y que, sin duda, son los responsables de que este film cuente entre sus nominaciones a los Oscar con las de Mejor montaje y Mejor director.
Otras películas del señor David O. Russell son: “Tres reyes” (“Three kings”, 1999), “Extrañas coincidencias” (“I heart huckabees”, 2004) o “The fighter” (“The fighter, 2010).
Por su parte la banda sonora cuenta con un puñado de grandes canciones de estilos variados como suele ser práctica común en este tipo de películas. Así podemos disfrutar durante el visionado del film de las siguientes canciones: “My cherie amour” (Stevie Wonder), “What is and what should never be” (Led Zeppelin), “Girl from the North Country” (Bod Dylan y Johnny Cash), “Hello operator” y “Fell in love with a girl” ambas del grupo White Stripes.
En definitiva, se trata de una muy buena película que puede convertirse en todo un referente dentro del género al que pertenece y que hará que todos los tipos de público (desde los ocasionales hasta los cinéfilos) salgan satisfechos de la sala de cine. En todo caso lo que sí ya ha conseguido es otorgarle un nuevo status, que podríamos llamar realismo cómico-romántico.
Gabriel Menéndez Piñera
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