Apocalypse now no es sólo una película, es un viaje hacia lo más profundo del interior de uno mismo, es una recreación de una guerra absurda (la Guerra del Vietnam), es la constatación de que la sociedad norteamericana es a la vez la más moralista y la más amoral. Es todo eso y mucho más, es la lucha hasta la extenuación por sacar adelante un proyecto gafado desde el principio hasta el fin, es la caida al infierno de todos sus protagonistas delante y detrás de las cámaras. Y sobre todo es una obra de arte que va ganando peso según van pasando los años especialmente ahora que, desde el año 2001, se puede disfrutar de la versión “Redux” con 49 minutos hasta ahora inéditos y que mejoran ampliamente la anterior versión vista en las salas comerciales y formatos domésticos.
El hilo narrativo es el siguiente: el Capitán Willard (Martin Sheen) es un oficial norteamericano de permiso en Saigón a la espera de que le asignen una nueva misión. Destrozado anímicamente sólo piensa en volver a la acción, cuando finalmente llega esa misión que esperaba. El problema es que la misión que le ofrecen se las trae en todos los aspectos, debe remontar un río en una barcaza atravesando Vietnam hasta llegar a Camboya donde el Coronel Kurtz (Marlon Brando) un antiguo Boina Verde se ha vuelto loco y está haciendo la guerra por su cuenta con su propio ejército de indígenas. El objetivo de la misión de Willard será encontrar a Kurtz, infiltrarse en su campamento y acabar con él.
El origen de toda esta historia se remonta a 1968, cuando tres jóvenes cineastas norteamericanos Francis Ford Coppola, George Lucas y John Milius tienen la idea de intentar hacer una versión cinematográfica de la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas” y ambientarla en la Guerra del Vietnam que en ese momento se cobraba cientos de vidas al día. Sin embargo los estudios de Hollywood no estaban por la labor de arriesgar dinero en semejante proyecto, por lo que la idea quedó apartada hasta que unos años después uno de esos tres jóvenes se convirtió en el director más valorado de Hollywood tras haber realizado dos de las mejores películas de la historia del cine. Por supuesto estoy hablando de Coppola y de “El padrino” (“The godfather”, 1972) y “El padrino 2” (“The godfather 2”, 1974) lo que hacía que Coppola podía escoger el proyecto que desease y éste era aquella versión de la novela de Conrad que había pensado junto con sus dos amigos. No obstante Lucas se bajó del proyecto ya que estaba trabajando en una pequeña película de ciencia ficción que se llamaba “La guerra de las Galaxias” (“Star wars”, 1976), por lo que el reparto de trabajos quedó claro, Milius escribiría el guión y Coppola la dirigiría.
Lo que ninguno de los dos sabía, eran la cantidad de problemas de todo tipo que iba a tener el proyecto empezando por el reparto de actores que iban a protagonizar la película. Para el papel del Capitán Willard se contactó con actores como Steve McQueen, Clint Eastwood, Al Pacino, James Caan o Gene Hackman, pero todos ellos rechazaron la oferta. Otros actores como Tommy Lee Jones, Nick Nolte o Keith Carradine estuvieron cerca de hacerse con el papel, pero no tanto como Harvey Keitel que llegó a firmar con Coppola de cara a realizar el papel protagonista, pero que fue despedido a los pocos días de iniciar el rodaje llevando al actor a una crisis personal de la que le costaría años salir. Finalmente sería Martin Sheen el escogido para el papel del Capitan Willard.
El resto del reparto fue más fácil de concretar, aunque Marlon Brando se llevó una gran cantidad de dinero por sus escasas semanas de rodaje en la selva haciendo del Coronel Kurtz. Los compañeros de Martin Sheen en la barcaza que les lleva río arriba son: Frederick Forrest (Jay “Chef” Hicks), Sam Bottons (Lance Johnson, el surfista), Albert Hall (“Jefe” Philips) y un jovencísimo Lawrence Fishburne (“Clean” Miller). Robert Duvall interpretaría a uno de los personajes más carismáticos de la cinta, el Coronel Kilgore, capaz de arrasar un poblado cerca del mar únicamente para poder surfear en las aguas cercanas a él. Completan el reparto Dennis Hopper, como un reportero gráfico que convive con el ejército del Coronel Kurtz y otro jovencito llamado Harrison Ford en el papel del Coronel Lucas.
El rodaje tuvo lugar en Filipinas, pero lo que iban a ser cuatro meses de rodaje se convirtieron en quince meses de locura, accidentes, tormentas que destruían los decorados, problemas con el gobierno filipino, actores drogados hasta el tuétano, etc. No voy a extenderme mucho en estos aspectos, sólo comentaré que Coppola casi llega a volverse loco durante el rodaje, viendo como el presupuesto ascendía de 12 a 31 millones de dólares, exceso que él tenía que pagar de su propio bolsillo y que casi le arruina. Pero por si todo ésto fuera poco el actor principal Martin Sheen (que salía en el 95% de las escenas) sufrió un infarto estando al borde de la muerte. Para sustituirlo y no tener que parar más tiempo la producción se trajo a su hermano para que hiciera de doble.
Cuando se acabó el rodaje Coppola tenía 600.000 metros de película, lo que equivale a 370 horas de celuloide. Esto supuso que la postproducción del film durase más de dos años. Finalmente en Mayo de 1979 se estrenó en el Festival de Cannes llevándose la Palma de Oro del festival ex-aequo con “El tambor de hojalata” (“Die Blechtrommel” Volker Schlondorff, 1979). Este premio fue doble para Coppola, ya que el gobierno del Presidente Carter había prohibido la película en todo el territorio estadounidense, pero el galardón conseguido en Cannes hizo que la Casa Blanca tuviese que autorizar la distribución del filme en los Estados Unidos, estrenándose el 15 de Agosto de 1979 unos cinco años después de comenzar el proyecto.
Todos estos problemas y algunos más que no comento por no extenderme demasiado llevaron al director a decir la siguiente frase sobre la película:
Apocalipse Now no es una película. No trata del Vietnam. Es Vietnam.
La película es una crítica feroz al conflicto vietnamita y al gobierno de los Estados Unidos, crítica que se puede resumir en una frase que le dice Hubert de Marais, el terrateniente francés, al Capitán Willard: “Luchamos para conservar lo que nos pertenece, vosotros los americanos lucháis por la nada más grande de la historia”. En efecto, los mismos soldados que participaron en el conflicto no entendían la razón de tanto sacrificio de vidas humanas, ésto se puede observar en la actitud de los mismos en la película, no se comportan de manera profesional, si no que lo hacen como si estuvieran de campamento con unos boy scouts lisérgicos.
Además el director nos muestra como tanto los jóvenes soldados como las chicas Playboy, que acuden al frente para subirles el ánimo, son devorados por una sociedad amoral que no duda en consumir sus vidas en aras de conseguir el objetivo marcado por los dirigentes del país. Dirigentes que muestran una doble moral alarmante, ya que permiten que gente como el Coronel Kilgore campe a sus anchas con sus helicópteros arrasando poblados indiscriminadamente, mientras que mandan a Willard a matar al coronel Kurtz porque, según ellos, ha enloquecido y está haciendo la guerra por su cuenta.
Por otra parte, se puede interpretar el viaje por el río de Willard como un viaje por la geografía estadounidense y por todas sus miserias. El viaje comenzaría en las costas de California, representadas por el coronel Kilgore y sus helicópteros, que únicamente piensa en encontrar una playa con buenas olas en pleno conflicto bélico. La siguiente parada sería en Las Vegas, donde las conejitas del Playboy realizan un show similar al de cualquier local de la capital del vicio Norteamericana. Posteriormente la barcaza recala en la plantación de caucho regentada por los franceses, que resisten defendiendo sus propiedades y que nos recuerda indefectiblemente a las grandes mansiones del sur de los Estados Unidos. Finalmente, el viaje terminaría en el puente que divide a los dos bandos y que el director nos lo muestra como uno de esos barrios conflictivos de Nueva York, en los que los ciudadanos de color son los que dirigen el lugar y en el que las drogas, la falta de una clase dirigente y la música psicodélica están a la orden del día.
El guión escrito por John Milius tiene altibajos que lastran un poco el ritmo de la película, pero hay que decir que buena parte de los diálogos de la parte final del film fueron escritos sobre la marcha o directamente improvisados por los actores. Esto crea una doble sensación en el espectador, por una parte los largos soliloquios interpretados por Marlon Brando son una gozada para los sentidos, mostrando a su personaje con toda la carga emocional que lleva encima. Por otra parte esta parte final(más lenta, reposada, casi mística) requiere una atención extra por parte del espectador que, tras dos horas y media de película ya pasadas, puede suponer un esfuerzo que mucha gente no esté preparada para asumir.
La parte final del film tiene además una clara influencia expresionista, no sólo en la fotografía de Vittorio Storaro llena de claroscuros sin usar en ningún momento una iluminación directa, si no principalmente porque se llega en ese momento a la culminación de la integración entre los personajes de Willard y Kurtz que se ha ido creando durente el viaje en la barcaza al ir leyendo Willard todos los informes que el gobierno le ha proporcionado sobre Kurtz. Es esta idea del doble, una de las ideas más usadas en el cine mudo alemán de entreguerras, una de las claves del cine expresionista, consistente en la existencia de dos personajes que se nos muestran como similares, llegando a fundirse en un único ser multidimensional.
Uno de los aspectos por lo que esta película es irrepetible es por la ausencia total de efectos especiales, todo lo que se nos muestra es real, físico. Esto hoy en día es impensable en una película de este tipo en la que abundan las escenas de acción, pero es lo que hace que dichas escenas tengan un realismo fuera de lo normal. Sin embargo, este realismo fue una de las causas de que el presupuesto se excediera de manera alarmante.
Al final la película recaudó unos 100 millones de dólares y fue nominada a 8 Oscars de la Academia, por lo que la aventura después de todo llegó a buen puerto. De las 8 nominaciones se llevó dos premios más que merecidos, a la mejor fotografía de Vittorio Storaro y al mejor sonido, a cargo de Walter Munch.
Respecto a la fotografía de Storaro, se trata de unos de sus mejores trabajos por no decir el mejor. El italiano consiguió en esta película imágenes de gran belleza que contrastan con el horror de la guerra que muestran. Por lo que respecta al sonido, Munch consiguió algo muy difícil de lograr, conseguir que los sonidos de la película se conviertan en un protagonista más de la historiade tal forma que consiguen robar la atención del espectador.
En cuanto al mercado doméstico existen varias ediciones, tanto en DVD como en Blu-ray, de las cuales yo os recomendaría la edición en Blu-ray en caja metálica, la cual contiene las dos versiones de la película así como más de ocho horas de extras de todo tipo. Existe una edición coleccionista en Blu-ray que contiene un tercer disco de extras, así como un libreto, el programa original de cine de la película y postales de la misma.
En definitiva, se trata de una obra de arte que, como ya dije, va ganando enteros según pasan los años y se puede ver esta película con la perspectiva del tiempo pasado y con el conocimiento de todo lo que tuvieron que pasar los creadores de la misma. Podría haber contado muchas más cosas de lo que supuso el rodaje de Apocalypse Now, pero creo que ya me he alargado demasiado, sólamente me queda deciros que es una película que hay que ver varias veces para poder asimilar todo lo que nos cuenta y que cuanto más la ves más te gusta.
Gabriel Menéndez Piñera
SIN DUDAS LO MEJOR DE BRANDO QUIEN YA NOS DIO UNA SUPER ACTUACION ANTERIOR EN EL PADRINO TAMBIEN DE COPPOLA.Y DE LA MANO DE COPPOLA ERAN DOS GENIOS¡¡¡¡
excelente
Muchas gracias Pedro.