Comienza otro Festival Internacional de Cine de Gijón, su número 55, una edición marcada por un nuevo cambio de director y por el obligado éxodo de pantallas desde el centro de la ciudad hacia los barrios, debido a la situación judicial de las salas de los extintos Cines Centro.
La película encargada de inaugurar esta edición ha sido la Argentina “El futuro que viene”, dirigida por Constanza Novick y producida por un viejo conocido del FICX, Lisandro Alonso. Se trata de una obra sencilla, sin grandes pretensiones y en la que las carencias narrativas y la ausencia de hallazgos formales, lastran el gran trabajo de las dos actrices principales.
Romina (Dolores Fonzi) y Florencia (Pilar Gamboa) son amigas desde niñas, han crecido juntas y juntas han pasado por una infancia y adolescencia difícil, que les ha marcado su carácter de manera diferente a cada una de ellas. Romina es una persona responsable, pero fría y a la que le cuesta muchísimo establecer vínculos emocionales profundos. Florencia, por otro lado, es visceral, anárquica y una eterna adolescente en el terreno sentimental. La película nos muestra sus idas y venidas, su madurez como mujeres con formas de ser distintas, pero unidas por un vínculo irrompible, eso tan difícil de encontrar como es la amistad sin paliativos.
Lo más destacable del film son los dos personajes principales y las actrices que les dan vida en la pantalla. Dolores Fonzi vuelve a demostrar que estamos ante una intérprete de marca mayor, destinada a proyectos de mucho más calado que el que nos ocupa. Su mirada sigue siendo algo difícil de igualar en el panorama actual del cine mundial y con ella es capaz de transmitir, sin necesidad de abrir la boca, una cantidad ingente de sentimientos al espectador. Por su parte Pilar Gamboa, un peldaño por debajo de su compañera de reparto, hace totalmente creíble un personaje que era carne de histrionismo en manos de cualquier otra actriz. Ambas se compenetran a la perfección, oscureciendo la pantalla alrededor de sus personajes, de tal forma que el resto de actores y actrices, pasa totalmente desapercibido.
Respecto a los personajes principales, están muy bien construidos, son complejos, reales y hace que te sientas identificado con ellos y sus vivencias personales. Romina es la verdadera protagonista de la película, una mujer cuya infancia ha estado carente de una figura paterna y del suficiente amor materno, lo que le ha hecho madurar demasiado pronto. Alguien con talento para la escritura, pero cuyo sentido de la responsabilidad le hace trabajar en empleos seguros, pero anodinos mientras cría a una hija a la que quiere, pero no de la forma que ella esperaba.
Sin embargo, el film carece de más atractivos que los ya comentados. La estructura narrativa, dividida en tres actos que marcan tres épocas en la vida de sus personajes, debe demasiado a la fuente teatral de la que proviene el film y se queda en una sucesión bastante inconexa de sucesos y anécdotas, que en el teatro pueden quedar resultonas, pero que en una película se me antojan claramente insuficientes. Por otro lado, el aspecto técnico de la película es de lo más básico, no hay el menor asomo de calidad ni en la puesta en escena, ni en los movimientos de cámara, ni en el montaje. En ese sentido, la labor de la directora Constanza Novick es de muy bajo nivel, lo que disminuye muchísimo el nivel general del film y afecta negativamente a los aspectos positivos del mismo.
En resumen, una película que gustará a parte del público que se acerque a ella, pero que no creo que pueda optar a nada más que a un premio para alguna de sus dos actrices principales. Se podrá volver a ver hoy sábado 18 a las 20.00 en la Sala 10 de los Cines Yelmo.
La segunda película del día fue “The first lap”, película coreana perteneciente a la sección Rellumes, escrita y dirigida por Dae-hwan Kim. Se trata de una obra en la que la simplicidad y el minimalismo es llevado a su máxima expresión, para contarnos algo tan complicado e importante en nuestra vida como es la convivencia en pareja.
Su-hyeon y Ji-young es una joven pareja que llevan juntos ya ocho años y que conviven en un pequeño apartamento, del que se van a mudar debido a sus escasos recursos económicos. El es poquita cosa, apocado, sin carácter, da clases de arte en una academia y parece conformarse con el estado actual de las cosas. Ella es más fuerte, pero no sabe realmente lo que va a ser de su vida en el futuro, quiere a su pareja, pero no está segura de querer compartir el resto de su vida con él.
El director debutante Dae-hwan Kim coloca la cámara de tal forma que acompaña en todo momento a la pareja protagonista, como una especie de amigo invisible o conciencia cercana, que juzga sus actos sin llegar a aconsejarles en lo que deben hacer. Con dicha cámara omnipresente, construye retablos familiares compuestos por largos planos secuencia, cámara al hombro, en los que se nos desgrana la situación personal de los personajes. Así mismo destaca la ausencia total de música en todo el film, salvo en una escena final bastante clarificadora del carácter de los protagonistas.
La idea del matrimonio, como compromiso y responsabilidad hacia una persona el resto de tu vida, sobrevuela la película en todo momento. Presionados por sus familiares y por un posible embarazo no buscado de la protagonista, la joven pareja se ve desbordada, plantean convertirse en algo que no quieren, lo que les lleva a una situación límite en su relación.
La idea general del film es buena y su tratamiento formal es arriesgado, en el punto de que puede aburrir al espectador impaciente y ávido de emociones fuertes, pero la película se resiente de la falta de calidad en los diálogos, lo que hace que algunas de las largas escenas familiares se vuelvan anodinas y faltas de interés. No obstante, es una película que trata temas de gran importancia en un mundo, el actual, que ha puesto a los jóvenes en una situación más que difícil a la hora de plantearse un futuro estable.
En resumen, una película muy del Festival de Gijón, por su tratamiento de temas de gran calado, su visión, desde el punto de vista de una pareja joven y su tratamiento formal, arriesgado y sobrio a partes iguales. Se podrá volver a ver el martes 21 a las 17.15 en la sala 12 de los Cines Yelmo y el miércoles 22 a las 22,30 en la misma sala.
Gabriel Menéndez Piñera.
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