Otra jornada más que va pasando y sigo sin emocionarme en esta edición del 2018 del FICX. No obstante ayer vi dos películas bastante notables, “Land” (2018, Babak Jalali), de la sección Esbilla y “La profesora de parvulario” (“The Kindergarten teacher” 2018, Sara Colangelo), perteneciente a la Sección Oficial. La decepción vino con “Enterrados” película del asturiano Luis Trapiello, perteneciente también a la sección Esbilla.
Nunca llegaré a entender la necesidad que tienen los americanos (más allá de la monetaria) de hacer sus propias versiones de películas recientes. Esta vez le ha tocado a “La profesora de parvulario” (“Haganenet” 2014, Nadav Lapid), película israelí que ha sido adaptada por la directora Sara Colangelo al gusto del público de los states.
Lisa (Maggie Gyllenhaal) es la profesora del título, la cual descubre un talento insospechado para la poesía en Jimmy, uno de sus alumnos de 5 años. A partir de ese momento, derivará todas sus energías en potenciar dicho talento, aunque los motivos y las maneras de proceder no sean las más adecuadas.
La película cuenta con varios puntos a favor, entre los que destaca la portentosa actuación de Maggie Gyllenhaal, la cual nos vuelve a demostrar, como ya hizo en anteriores películas que, con el material adecuado, es una de las grandes actrices de la actualidad. También es destacable el uso de tonos muy grises en el desarrollo del personaje principal, alguien que hace algo correcto, pero de manera equivocada y con motivos bastante cuestionables.
Un ritmo ágil, un tratamiento de la puesta en escena correcto y un desarrollo de la trama, que acrecienta el interés del público a medida que avanza, son otras de las bondades de esta película que se podrá volver a ver hoy miércoles a las 17.15 en la sala 13 de los Cines Yelmo.
Por si alguien todavía duda de la globalización en el cine, aquí tenemos a “Land”, película italiana, realizada por un director iraní y que nos cuenta el día a día de los indios americanos en sus actuales reservas donde viven semiaislados de sus compatriotas.
Wesley es un indio alcohólico que vive en una de esas reservas, en la que está prohibido la posesión de cualquier tipo de bebida alcohólica. Por ello su madre le acompaña todos los días en coche a una licorería fuera de la reserva, donde pasa el día bebiendo junto a otros compañeros de raza. Un día llega la noticia de que su hermano ha muerto durante su labor como soldado en Afganistán.
La película se apoya en un ritmo marcadamente lento, como los días de Wesley, pero su lentitud no disminuye el valor de una cinta cuya puesta en escena es magnífica y en la que cada toma está medida a la perfección. Una fotografía magnífica acompaña a muchas de las escenas, las cuales a pesar de la profundidad y magnitud del paisaje que nos muestran, no dejan de mandarnos un mensaje claustrofóbico.
Vidas tiradas a la basura, que contrastan con otras muy cercanas que persiguen ser dueños de su propio destino conforman un film muy interesante y que se aleja de toda comercialidad posible, sin perder un ápice de calidad por el camino.
El asturiano Luis Trapiello presentó ayer en el Jovellanos “Enterrados” su debut en el largometraje, tras un único corto en su haber. Una historia, rodada en Asturias, pero que se acerca más al tipo de cine que se hace en los Estados Unidos, ya que busca a toda costa la complicidad del espectador, sacrificando demasiadas cosas para conseguirlo.
Daniel (el argentino Joaquín Furriel), y cuatro compañeros de la mina, se quedan atrapados tras un derrabe a 600 metros de profundidad. Tras el shock inicial, buscarán la manera de salir de su prisión de rocas y carbón, a expensas de que los operarios de rescate logren dar con ellos.
La realización de la puesta en escena dentro de las galerías está muy correctamente realizada, así como la iluminación de dichas tomas, la cual crea una atmósfera de creciente opresión. A ésto se añade el uso del sonido dentro de la mina, como vehículo para intentar introducir al espectador en la tragedia de los protagonistas.
Sin embargo la película cuenta con demasiadas trabas para poder valorarla positivamente. La mayor de ellas es el guión, el cual usa todos los recursos posibles para mantener la tensión del espectador, consiguiendo con ello que la verosimilitud quede tan enterrada como los protagonistas. La labor del actor protagonista, así como de algunos de los secundarios, en especial Paula Prendes, está bastante por debajo de lo deseado, lo cual no ayuda en absoluto al desarrollo de la trama.
El tratamiento de los personajes es bastante deficiente, la mayoría son meros clichés sin apenas desarrollo, los cuales deambulan por una historia, cuyo final busca impactar a costa de echarle toneladas de tierra a lo visto hasta ese momento. Estas deficiencias contrastan con una labor técnica destacable, a la hora de rodar tanto metraje en un escenario tan reducido como es el recreado en el interior de la galería.
Por desgracia, “Enterrados” se encuentra muy lejos del altísimo nivel del cine español actual, aunque no tengo ninguna duda que encontrará su público, entre aquellos que busquen una historia impactante y que les sorprenda en su recta final.
Gabriel Menéndez Piñera
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