La historia de un progenitor que, tras años de ausencia, vuelve a reencontrarse con sus hijos es algo recurrente en la historia del cine. No obstante nunca se nos había contado de la forma en que lo hace la directora alemana Isabelle Stever en “Grand Jeté”, participante en la Sección Oficial Albar del FICX60.
Nadja (Sarah Nevada Grether), lleva una vida solitaria en Berlín, dando clases de danza a niñas y soportando los dolores provocados por las lesiones sufridas durante su carrera como bailarina. Un día viaja a la pequeña ciudad donde vive su madre y se reencuentra con Mario (Emil Von Schönfels) el hijo que tuvo en su juventud, el cual quedó a cargo de la abuela, para que Nadja pudiera seguir con su carrera artística. Entre ellos surge una relación, que excede en todo caso lo que se espera de una relación maternofilial.
Dejando aparte lo escabroso que pueda resultar el hecho de presenciar de forma explícita una relación incestuosa en pantalla, la idea principal de la película me parece excelente. Nadja, al quedarse una temporada en casa de su madre, pasa a recuperar, no sólo la pasión sexual, si no también el sentimiento maternal hacia su hijo y el amor filial hacia su madre.
Lástima que la narración cinematográfica no esté al nivel de ese estudio psicológico de la protagonista. La relación entre madre e hijo surge de manera demasiado rápida, lo que choca con la parsimonia con la que se nos muestran otros hechos intrascendentes de la película. Así mismo la puesta en escena se limita, en la mayoría de las ocasiones, a colocar la cámara pegada al cuerpo de la protagonista.
“Grand jeté” es, al igual que el paso de baile al que hace referencia el título, un salto hacia adelante en el que te lo juegas todo. Lo que está claro, es que va a ser una de las películas de las que más se hable durante este FICX.
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