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El Gran Hotel Budapest

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 Algo no funciona en la sociedad actual,  cuando se recurre a la evocación de la nostalgia tan a menudo como sucede actualmente en el cine y en otras artes populares. En esta ocasión, el director Wes Anderson nos presenta en su última película “El gran hotel Budapest” (“The grand Budapest hotel”, 2014) un ejercicio de nostalgia al cuadrado, el cual se remite no sólo a la historia que nos cuenta, si no sobre todo a la forma de contarnos dicha historia.

La película nos cuenta varias líneas narrativas que forman un espiral cuyo centro es el Gran Hotel Budapest, el cual vivió sus momentos de mayor gloria en el primer tercio del siglo XX. En aquellos días su recepcionista era Gustav H (Ralph Fiennes), ejemplo de trabajador infatigable siempre al servicio del hotel y sus huéspedes (especialmente las féminas) y que toma bajo sus alas al nuevo botones Zero (Tony Revolori). Un día Gustav recibe la noticia de que Madame D. (Tilda Swinton), una de sus huéspedes favoritas ha fallecido. A partir de este momento se desncadena una serie de acontecimientos que transcurren bajo el fondo de las transformaciones que sufrió Europa en la década de los 30 del pasado siglo.

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Lo primero que llama la atención del espectador es el incesante (e innecesario) desfile de caras conocidas durante la película. La lista está compuesta, además de los ya mencionados Ralph Fiennes y Tilda Swinton, por F. Murray Abraham, Adrien Brody, Willen Dafoe, Jeff Goldblum, Harvey Keitel, Jude Law, Bill Murray, Edward Norton, Saoirse Ronan, Jason Schwartzman, Tom Wilkinson y Owen Wilson. A todos ellos hay que sumar a dos nombres franceses, me atrevería a decir que los mejores actores de todo el reparto, como son Léa Seydoux y Mathieu Almaric, claramente desaprovechados en este film, ya que su presencia es meramente testimonial, sobre todo en el caso de la joven actriz francesa.

Como decía al principio, es ésta una película nostálgica en la que se rememora a los grandes hoteles europeos en los que la nobleza y la nueva burguesía campaban a sus anchas, atendidos hasta en el más mínimo detalle por los empleados. Sin embargo, el hotel protagonista del título es un mero pretexto en el argumento, el cual se desarrolla en gran parte fuera del mismo.

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La mayor dosis de nostalgia viene por la forma en que el director nos presenta su película. Así, el uso de decorados de cartón para las tomas exteriores es una de las vías que Anderson usa para recordarnos a aquellas películas alemanas rodadas en los años 20 y 30. Pero si hay algo que el director “toma prestado” es la puesta en escena que el director alemán Ernst Lubitsch usaba en sus películas mudas, realizando secuencias en las que la geometría  es fundamental, tanto en la colocación de la cámara como en el montaje usado para las diferentes escenas. Se pueden encontrar ejemplos de lo que comento en las siguientes películas de Lubitsch: “La princesa de las ostras” (“Die austerprinzessin”, 1919) como se puede ver en la foto de abajo  y “El gato montés” (“Die bergkatze”, 1921).

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Así, Anderson repite una y otra vez la misma secuencia de tomas: plano, contraplano, travelling semicircular muy amplio, rematado algunas veces con un zoom que acaba en un primer plano. Para remarcar el estilo usado por el director, éste utiliza el formato de pantalla 4:3 (pantalla cuadrada) para las escenas que transcurren en la década de los 30, mientras que usa el formato panorámico para las escenas que se desarrollan en las décadas de los 60 y en el breve prólogo y epílogo de la época actual.

Los homenajes están muy presentes en la película y de todos ellos destaco dos: el de la película “Cortina rasgada” (“Torn Curtain” 1966, Alfred Hitchcock) en la escena del museo entre Jeff Goldblum y Willen Dafoe y el que se realiza a la película “El resplandor” (“The shining” 1980, Stanley Kubrick). durante la persecución en los pasillos del hotel al final de la película.

Está claro que Wes Anderson ha conseguido crear un universo propio en el que se mueve como pez en el agua. Sin embargo a partir de esta película se va a encontrar con unas seria disyuntiva, seguir o no  en la misma línea de películas nostálgico-fantásticas la cual a mi ya me empieza a cansar y con las que nunca he comulgado demasiado. Todo ello sin quitarle el mérito que, en mi opinión, tienen aquellos que se desmarcan de la línea general y consiguen crear algo propio y reconocible. Digo ésto porque parece muy improbable que consiga reunir de nuevo un reparto tan descomunal como el que ha logrado para esta película y que hace que la endeblez de la historia no nos chirríe tanto ante escenas en las que, por ejemplo,  comparten plano  Jeff Goldblum. Ralph Fiennes y Willen Dafoe.

Film Review The Grand Budapest Hotel

Me ha llamado mucho la atención que se compare a esta película con “Gran Hotel” (“Grand Hotel” 1932, Edmund Goulding), ya que las únicas coincidencias entre ambas películas es la existencia de un gran hotel en el argumento y en el título, así como la afluencia de enormes actores en ambas películas. Sin embargo, hay muchas diferencias entre ambas, la primera es que los interpretes protagonistas de aquella obra ganadora del Oscar a la mejor película eran auténticas estrellas, aparte de grandes actores y actrices, mientras que en esta ocasión el reparto está compuesto de grandes intérpretes, pero ninguno de ellos tienen un especial tirón con el gran público. Además, en esta ocasión una gran parte de los personajes no tienen nada que ver con el hotel, y sólo el personaje de Tilda Swinton y el de Jude Law son huéspedes del hotel, mientras que en la película más antigua todos los personajes estaban relacionados de una u otra forma con el hotel que da título a la película, sucediendo dentro de las paredes del mismo la inmensa mayoría de las escenas, cosa que no ocurre en la película de Wes Anderson.

En definitiva, se trata de una película en la que si entras en su juego nostálgico y en su festival de breves cameos por parte de grandes intérpretes pasarás un buen rato. Sin embargo, si no eres fan de Anderson y te fijas en el exceso de referencias cinematográficas, en la copia del estilo del maestro Lubitsch y en la endeblez narrativa de la película se te acabará haciendo pesada y reiterativa.

Gabriel Menéndez

Un comentario de El Gran Hotel Budapest

  • Adrian  dice:

    Yo lo pasé bomba!

Comentarios

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