Hay canciones que llevamos escuchando toda la vida, en voz de innumerables artistas y de las cuales solemos desconocer quienes fueron sus creadores. No olvidemos que la costumbre de que el autor de la canción cante la misma es relativamente reciente y que, anteriormente a la década de los 60 del pasado siglo, los compositores de las canciones y los intérpretes de las mismas iban por caminos muy diferentes. Uno de esos magníficos compositores de canciones (en este caso de las letras) fue Lorenz Hart, a quien el director Richard Linklater rinde homenaje en su última película “Blue Moon”, la cual inaugura la 63 edición del Festival Internacional de cine de Gijón.
Lorenz Hart (Ethan Hawke) se enfrenta a una noche llena de emociones diversas. Tras el estreno de “Oklahoma!”, musical compuesto por, su hasta entonces colaborador, Richard Rogers acude al bar donde se celebra dicho estreno esperando la llegada de Elizabeth Weiland (Margaret Qualey), de quien (pese a su conocida homosexualidad) está fervientemente enamorado.
La película comienza de manera muy prometedora, a base de diálogos afilados, inteligentes y con una gran cantidad de referencias culturales. Las conversaciones entre los diversos personajes que aparecen por el bar, fluyen libres mientras suenan, uno tras otro, decenas de estándares de la música americana de la primera mitad del siglo pasado.
Ethan Hawke ha puesto todo su empeño y talento en esta película, para hacernos llegar a este personaje complicado y fascinante a la vez. No obstante, su actuación se ve ensombrecida por la dificultad, no perfectamente resuelta, de la baja estatura de Hart. Hay momentos en los que se atisba una repentina bajada de tamaño del actor, al acercarse a otro personaje, el cual ejerce de referencia visual.
Toda la acción de la película transcurre en una única noche y prácticamente en un único decorado, lo que le otorga una clara estética teatral y ahí es donde, sorprendentemente, falla la dirección de Richard Linklater. La puesta en escena es tremendamente vaga, sin apenas movimientos de cámara, a lo que se añade una sucesión innumerable de planos/contraplanos a los que se ve sometido el espectador durante todo el metraje. Este último punto, además de enervarme de manera superlativa, hace que el ritmo de la película en su segunda mitad se resienta terriblemente. Las conversaciones, que al principio creaban una continuidad de grandes momentos, llegan a aburrir precisamente por la carencia de un estilo visual medianamente complejo que añada un interés visual al espectador acerca de las situaciones que le están narrando.
Agradezco a Linklater su empeño en devolvernos a la actualidad al compositor de algunas de las mejores letras de la música estadounidense, pero la impresión que me deja “Blue Moon” es que hay un empeño en destacar en demasía el guion de Robert Kaplow, así como al elenco actoral, descuidando la parte técnica lo que le perjudica gravemente. No creo que una puesta en escena más elaborada hubiera menoscabado ni el guion ni las actuaciones del reparto y sí hubiera conseguido una película mucho más redonda que la que nos ha presentado.
Se podrá volver a ver el sábado 15 a las 19.00 en la Sala 13 de los Cines Yelmo.
Gabriel Menéndez Piñera

















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