17 octubre, 2012 / 
Posted in Archivo de Críticas / Cine Español / Drama
Lo imposible
Resulta difícil analizar una película como “Lo imposible”, ya que creo que la impresión que te puede dejar (o no) depende mucho, tanto de la forma de ser de cada uno, como de su situación personal. Se trata de una película con muchas luces y alguna que otra sombra que, sin embargo, no llegan a oscurecer un gran trabajo (grande en todos los sentidos) por parte de todos los que han formado parte de ella.
Lo imposible cuenta la historia real de una familia (formada por un matrimonio y sus tres hijos) que viaja a Tailandia para pasar las vacaciones de Navidad. Allí, se ven sorprendidos por el Tsunami que en el año 2004 arrasó aquel lugar dando lugar a una situación que, si no fuera porque sabemos que pasó de verdad, tacharíamos de increible y la película habría pasado a ser una más de las peliculas sobre catástrofes que tan de boga han estado estos últimos años (ya se sabe, en épocas de crisis nos encanta sufrir en el cine). No pienso contar nada más del argumento, ya que no quiero estropearos el visionado de la película y porque pienso que no hace falta decir nada más para saber cual es la historia que nos cuenta el director. Sin embargo el hecho de no querer contar nada más del argumento me va a limitar a la hora de poder analizar en profundidad la película.
El matrimonio está interpretado por Naomi Watts (María) y Ewan Mc Gregor (Henry), los tres hijos por Tom Holland (Lucas, el hijo mayor), Samuel Joslin (Thomas) y Oaklee Pendergast (Simon). Además aparecen, interpretando pequeños papeles, Marta Etura y Geraldine Chaplin.
El mayor peso interpretativo de la película lo llevan a cabo Naomi Watts y Tom Holland, quedando Ewan McGregor en un ligero segundo plano. Decir que la interpretación que llevan a cabo estos dos actores de sus respectivos papeles de madre e hijo, en medio del desastre en que se convierte el mundo a su alrededor y tratando de sobrevivir a toda costa, es realmente encomiable y supone, junto a la increible escena de la llegada de la gran ola, una de las grandes bazas de la película.
El director que se ha atrevido a llevar esta historia a la gran pantalla y a manejar un presupuesto de treinta millones de Euros es el español Juan Antonio Bayona, siendo éste su segundo largometraje tras el éxito alcanzado en 2007 con su primera película, “El orfanato”. Lo primero que quiero decir es que ya el hecho de atreverse con un reto como es este largometraje, con un presupuesto tan alto (para los standares nacionales) y realizarla sin apenas usar efectos digitales por ordenador, sino usando agua de verdad y rodando en Tailandia la mayor parte del tiempo, me parece suficiente razón para elogiar su trabajo. Pero además de todo ello, la película está muy bien dirigida, con algunas secuencias verdaderamente impactantes y con un ritmo que sin ser vertiginoso, no decae durante los 105 minutos que dura la cinta.
Sin embargo hay un par de aspectos que no me han acabado de convencer, el primero es que hay alguna escena que de pura sensiblería chirría bastante (aunque remarco de nuevo que por lo visto, todo lo que sucede en la pantalla ocurrió realmente). El otro tema en el que no me quedo a gusto es el siguiente: la trama se centra casi exclusivamente en la familia protagonista, dejando las trágicas historias que suceden alrededor de ellos, no ya en un segundo plano, si no que casi diría que en un cuarto o quinto. En este punto, me aventuro a decir que parece como si el director se le hubiesen venido encima los treinta millones de presupuesto a la hora de decidir hasta que punto mostrar la tragedia humana que supuso aquel desastre natural. Lo que quiero decir es que, a pesar de que la película es tremendamente desasogante, el director pasa un poco de puntillas por todas las muertes y desapariciones de personas que no tengan que ver con la familia que protagoniza la historia. Entiendo que saber cual es el rasero que hay que usar para medir lo que se puede enseñar en una película de este tipo es realmente difícil, pero en este sentido creo que Bayona se queda un poco corto y sin embargo no tiene reparos en intentar emocionarnos con la historia principal, recurriendo a trucos vistos desde los albores del cine sonoro y usados de forma indiscriminada.
El guión está firmado por Sergio G. Sanchez, el cual tuvo la estrecha colaboración de uno de los integrantes de la familia real que sufrió en sus carnes este drama. Además,al estar rodada en los escenarios en que ocurrió la tragedia se fueron incorporando durante el rodaje historias reales que fueron suministrados por algunos de los supervivientes que vivían en la zona del suceso. Un aspecto destacable del guión es la universalización de los personajes, ya que en ningún momento se nombra la nacionalidad de los mismos. Recordemos que la familia real que dio pie a la historia es española, más concretamente, catalana.
Dejo casi para el final lo que para mí es el gran acierto de la película. La escena de la llegada de la gran ola y sus consecuencias es sencillamente magnífica, rodada con un gran realismo (repetimos que apenas se usaron efectos digitales por ordenador) y con algunas tomas realmente maravillosas.
Esta escena hace que, en mi opinión, sea imprescindible ver esta película en el cine y no en una mini pantalla como tanto se lleva ahora. Sólo se puede de verdad apreciar la grandeza de esta escena disfrutándola en una gran pantalla y con el sonido de una sala de cine. Parece que de momento la gente lo ha entendido así, ya que en el primer fin de semana de su estreno en España, el 11 de Octubre de 2012 (en el resto de países se estrena más adelante) ha recaudado más de ocho millones y medio de Euros.
Hay un aspecto de la película que el director ha remarcado en sus declaraciones y en el que estoy totalmente de acuerdo. Este aspecto es el azar, como ya dije antes se trata de una historia casi inverosimil, pero que sin embargo ha sucedido realmente, por lo que lo que Bayona nos cuenta con esta película es que en situaciones, como la que nos muestra, de desatre natural, lo que importa realmente es la suerte. Hay otros factores que también influyen, pero si no tienes una buena porción de suerte es imposible sobrevivir a un suceso como el que relata la película. Sin embargo yo iría más allá, ya que pienso que el azar está constantemente presente en niestras vidas y cualquier mínima decisión que tomemos en un momento determinado, equivocada o no, puede llevarnos a una situación trágica. Esto aparece reflejado en la película en el personaje que acompaña a Ewan McGregor durante su odisea, el cual, pese a haber sufrido un accidente previo al tsunami que le obligaba a llevar un aparato fijador en la pierna y no poder desplazarse normalmente, fue él el que convenció a su mujer y a su hija para que se fuesen de vacaciones a Tailandia en esas fechas.
Cada día mueren de forma antinatural tanta gente en el mundo como los que murieron en aquel desastre natural de 2004, sin embargo estas cifras no son causadas por tsunamis, son causadas por accidentes domésticos, de tráfico, etc. pequeñas tragedias individuales que se repiten constantemente una y otra vez destrozando la vida de los familiares más cercanos de las víctimas. Por ello, que se consideren personas muy afortunadas aquellas personas que han logrado esquivar estas desgracias cotidianas en sus vidas.
Finalmente, creo que es para sentirse orgulloso que el cine español haya sido capaz, en los tiempos que corren, de realizar esta película que, si no me equivoco, va a recuperar con creces todo el dinero que han invertido en ella. No sólo eso, es realmente destacable que en un año y medio aproximadamente se hayan estrenado tantas películas españolas tan buenas y tan diferentes unas de otras. Me refiero a “Eva” de Kike Maíllo, “Blackthorn” de Mateo Gil, “No habrá paz para los malvados” de Enrique Urbizu, “La piel que habito” de Pedro Almodovar, “La voz dormida” de Benito Zambrano, “El artista y la modelo” de Fernando Trueba, “Madrid 1987” de David Trueba, “Blancanieves” de Pablo Berger y ésta de la que estamos hablando.
Gabriel Menéndez Piñera
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