Una pistola en cada mano
2-Javier Cámara y Clara Segura son un matrimonio divorciado, tras haber abandonado el personaje de Javier a su mujer por otra, y con un hijo pequeño que él lleva a casa de la madre. Allí se muestra arrepentido de lo que hizo y le propone a su mujer que le de otra oportunidad.
3-Luis Tosar y Ricardo Darín se conocieron de vacaciones en Mallorca el verano anterior y ahora se encuentran en un parque, uno paseando al perro de su ex-mujer y el otro espiando a su mujer ya que sabe que le está engañando con alguien que no sabe quien es, pero sabe donde vive, al lado del parque.
4-Candela Peña y Eduardo Noriega son compañeros de trabajo en un periódico, pero casi no se conocen. Sin embargo él de repente intenta ligar con ella a pesar de estar casado (o quizás a consecuencia de ello).
5-Alberto San Juan y Leonor Watling son amigos, más bien Alberto es amigo del marido de Leonor. Van a la misma fiesta y ella se ofrece a llevarle en coche. Por el camino Leonor le contará a Alberto aspectos de su vida conyugal que él desconocía por completo y que le sorprenden sobremanera.
6-Jordi Mollá y Cayetana Guillén Cuervo son las respectivas parejas de Alberto y Leonor los cuales se encuentran en una tienda de vinos de camino a la fiesta a la que también van sus parejas. Mientras caminan por la ciudad ella le contará que Alberto tiene un grave problema del que no se atreve a hablar con nadie.
Como ya comenté antes, el reparto es sencillamente sensacional y ver a dos de los mejores actores del mundo como son Luis Tosar y Ricardo Darín juntos en la misma escena es un placer para los sentidos. Sin embargo, si hubiese que destacar a alguien por encima del resto, me quedaría con la actuación de un Javier Cámara superlativo que irradia simpatía y patetismo a partes iguales.
El guión corre a cargo del director Cesc Gay junto con Tomás Aragay, los cuales elaboran una serie de historias en las que, si eres hombre de entre 36 y 50 años, es casi imposible que no te veas representado en alguna de ellas. El análisis sin piedad a que es sometido el género masculino genera momentos de variadas sensaciones en el espectador tales como la risa, la tristeza, la verguenza ajena, la empatía y sobre todo el ridículo. Sin embargo las cuatro mujeres que aparecen representadas en esta película se nos muestran como seres con mucha más personalidad, sin pelos en la lengua, que llaman a las cosas por su nombre y que dejan a sus compañeros masculinos en todo momento a la altura del barro. Quizá sea ésto lo que más me chirría de la película, ya que no creo necesario mostrarnos a las mujeres como seres tan perfectos como comparación a sus oponentes masculinos. Quiero decir que se puede mostrar a los hombres tal como son de imperfectos, sin necesidad de colocar a su lado a mujeres de las que no existen, para realzar el contraste.
La labor de Cesc, como director de la cinta, no se limita a controlar el trabajo de sus actores, si no que sabe crearnos en estos microrelatos unas situaciones en las que rápidamente conectamos con los personajes y sus tribulaciones personales. Además, como es marca de la casa, el estilo es sencillo y directo, sin filigranas estilísticas que puedan apartar la atención del espectador de lo que se está contando.
Otras películas de este director catalán son: “Krampack” (2000), “En la ciudad” (2003), “Ficción” (2006) y V.O.S. (2009). Precisamente el final de esta obra que estamos comentando se parece bastante al de “En la ciudad”, siendo estas, según mi opinión, sus dos mejores películas.
Una frase que puede resumir el sentir de toda la película es la que aparece en la escena entre Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia cuando uno de ellos dice: “No nos dieron manual de instrucciones de la vida cuando éramos pequeños” y el otro responde: “No, que hijos de ….”.
Resumiendo diremos que se trata de una buena película, de obligada visión para los que, como yo, nacimos en la década de los setenta. Sale bastante más barato ir al cine a verla que pagarse una sesión de psicoanálisis, eso seguro y además te ríes bastante viendo lo mal que hacemos las cosas los hombres cuando nos llega la fatídica crisis de los cuarenta. Para eso sí que nunca nos han dado lecciones, ahora, el que primero monte una academia que explique lo que hay que hacer en dicha situación, se forra.
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