“Seguir la pista del dinero, seguir al dinero”, es lo que le dijo “garganta profunda” a Robert Woodward en un parking subterráneo y a partir de ahí cambió no sólo la historia del periodismo, si no también la de la política americana. A partir de ese dato, tanto Woodward como Berstein (periodistas del Washington Post) destaparon el caso del Watergate y motivaron que Nixon tuviera que dimitir de su cargo como presidente de los Estados Unidos de América.
Unos años después y partiendo del libro que escribieron los mismos Bernstein y Woodward, el director Alan J. Pakula realizó la adaptación cinematográfica de esta historia titulándose “Todos los hombres del presidente” (“All the president´s men”, 1976) y consiguiendo un realismo pocas veces visto en una película de Hollywood hasta entonces.
La historia fue la siguiente: la noche de el diecisiete de Junio de 1972 fueron atrapados cuatro personas en la oficina central del partido demócrata. Dichas personas habían sido contratadas por el partido republicano para que pusieran micrófonos y fueron pagadas con dinero recaudado para la reeleción del candidato republicano. A partir de ahí, los dos reporteros del Washington Post inician la investigación ayudados por un confidente al que apodan “garganta profunda” el cual les va indicando si van o no en la dirección correcta en sus pesquisas. Sin embargo se van a encontrar con gran cantidad de tropiezos en su camino: los principales testigos no se atreven a hablar, los inculpados les amenazan de diversas maneras, la C.I.A. y el F.B.I. están metidos hasta el cuello, por lo que en vez de ser una ayuda en la investigación se convierten en incordios, incluso algunos de sus jefes les solicitan que dejen la noticia ya que las presiones que el periódico recibió aquellos meses por parte de parte de la clase política fueron enormes.
El reparto está encabezado por Robert Redford (como Bob Woodward) y Dustin Hoffman (en el papel de Carl Bernstein), los cuales se ven arropados por un plantel de secundarios masculinos de primer orden. Así Hal Hoolbrook interpreta a “garganta profunda”, mientras que Jack Warden se pone en la piel de Harry Rosenfeld, el editor del Washington Post y Jason Robards hace lo propio con Ben Bradlee, el editor jefe.
El guión está firmado por William Goldman y, como dije ante, está basado en el libro que los dos reporteros protagonistas escribieron sobre todo el proceso de investigación de esta historia. Se trata de un guión brillante, que lleva gran parte del peso de la película y en el que tanto los diálogos entre los diferentes personajes que pueblan la historia, como los silencios que se producen entre ellos están elaborados con una precisión milimétrica. Elllo hace que la tensión no decaiga en ningún momento, a pesar de que todo el mundo debería ya saber como acaba este relato de la reciente historia americana.
Apoyándose en este magnífico guión y en el excelente reparto, el director Alan J. Pakula realiza una labor sobria, pero firme, que redondea una magnífica película, cuyo realismo llega al más alto nivel, de tal forma que si no fuera porque tanto Robert Redford como Dustin Hoffman están presentes en la totalidad de las escenas, pensarías que estás viendo un documental en vez de un largometraje de Hollywood.
A pesar de su sobriedad, Pakula se despacha con unas cuantas imágenes de gran potencia. Destacaría de manera especial como el director nos muestra como la máquina de escribir de los periodistas es un arma (literalmente hablando) capaz de acabar con el peor de los enemigos. Así en varias escenas el ruido del teclear de las maquinas se vuelve ensordecedor como si fueran autenticas metralletas que en vez de balas escupen verdades y hechos que usados de la forma adecuada pueden hacer cambiar las cosas.
Además la película es un claro homenaje por parte del director a ese periodismo comprometido, veraz y que no teme a las posibles consecuencias económicas que les pueda acarrear el decir la verdad a toda costa. Por desgracia, actualmente en el mundo (y más concretamente en este páis) dicho tipo de periodismo es algo así como una fantasía erótica no confesada, algo que todos deseamos pero que es casi imposible que se pueda llegar a materializar físicamente.
Otras películas destacadas de Alan J. Pakula son: “Klute” (“Klute”, 1971), “La decisión de Sophie” (“Sophie’s choice”, 1982) o “Presunto inocente” (“Presumed innocent”, 1990).
No me gusta contar el final de las películas, nunca lo he hecho en ninguna crítica publicada en este blog, sin embargo en esta ocasión voy a hacerlo. Tengo dos razones para ello, una es que todo el mundo debería saber antes de ver la película toda esta historia, ya que se trata de cultura general. La otra es que la escena final es tan potente, tan poderosa, nos dice tanto con sólo dos planos que me parece un pecado no hablar de ella.
Dicha escena consiste en un plano general de la redacción del periódico, en dicho plano se ve un televisor en el que están retransmitiendo la ceremonia de reelección de Nixon, mientras al fondo del plano están los dos protagonistas escribiendo en sus máquinas y algunos de sus compañeros se mueven por la redacción. En un momento de la retransmisión televisisva se producen una serie de salvas con unos cañones, sin embargo el ruido de dichos cañones es apagado por el ruido que producen las máquinas de escribir de los periodistas (las “armas” de las que hablé anteriormente). De ahí se pasa a un primerísimo plano de un teletipo en el que se nos van mostrando con diferentes fechas, las sucesivas dimisiones o imputaciones de los políticos que eran investigados por Bernstein y Woodward por su implicación en el caso. Así mismo se nos informa de las dimisiones de altos cargos de la C.I.A. y el F.B.I. y finalmente se nos informa de la dimisión de Richard Nixon en Agosto de 1974, en ese momento la pantalla se queda en negro y en silencio, mientras poco a poco van apareciendo los títulos de crédito.
Me parece una escena de clausura realmente impactante y cuyo recurso final de pasar del primer plano del teletipo y su estruendoso ruido al ir escribiendo las noticias a pasar a mostrarnos una pantalla en negro y en silencio, hace que dicho silencio en medio de la oscuridad de una sala de cine (o en la semioscuridad de su sala de estar) le produzca al espectador una gran impresión.
La película estuvo nominada a ocho Oscars, consiguiendo cuatro de ellos, los referentes a mejor actor secundario (Jason Robards), mejor guión adaptado, dirección artística y sonido.
La película está disponible tanto en Dvd como en Blu-ray, ambas con bastantes extras entre ellos un audiocomentario por parte de Robert Redford. Tengo que recalcar un aspecto de la edición en formato doméstico de esta película en España, se trata del hecho de que cuando se estrenó está película en nuestro país sufrió una gran cantidad de cortes por parte de la aún vigente censura. Esto ocasiona que si ves la película en la versión doblada al español, este fluctúa constantemente entre el doblaje original y el que se ha tenido que realizar posteriormente a las escenas eliminadas. Por ello recomiendo más que nunca que esta película se vea en la versión original en inglés con subtítulos. Además, en la película se nos habla de un gran número de personajes, alguno de los cuales nunca llega a aparecer en pantalla, por lo que el hecho de que veamos la película con subtítulos y aparezcan escritos dichos nombres en la pantalla nos ayuda a seguir la historia un poco más facilmente.
Gabriel Menéndez Piñera
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