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Festival Internacional de Cine de Gijón-Domingo 17- Día 3

 

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Ayer domingo Historias del Celuloide tuvo la gran suerte de disfrutar de una de esas jornadas de cine memorables gracias a tres fantásticas películas: “Ilo Ilo” (“IloIlo”, 2013) de Anthony Chen, “La distancia más larga”(2013) de Claudia Pinto, ambas a concurso en la Sección Oficial, y “Oh boy” (2012) de Jan Ole Gerster que compite en la sección Rellumes.  Además tuvimos la oportunidad de charlar con la directora venezolana Claudia Pinto quien amablemente nos dedicó unos instantes de su tiempo para charlar de su ópera prima.

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“Ilo Ilo” es el primer largometraje del director  Anthony Chen quien ambienta en Singapur, su país natal, una historia escrita por él basada en vivencias de su propia infancia. Teresa (Angeli Bayani) es una mujer de origen filipino que se instala para trabajar como asistenta en el seno de una familia acomodada formada por el matrimonio de Hwee Leng ( Yann Yann Yeo) y Tian Teck (Tian Wen Chen) y su rebelde hijo Jiale (Koh Jia Ler). Aunque al principio las cosas entre Teresa y Jiale no serán nada fáciles pronto ambos estrecharán fuertes vínculos afectivos derivados de la falta de atención del niño, cuyos padres pasan la mayoría del tiempo fuera de casa trabajando, y de la añoranza de la aya de su propio hijo al que ha tenido que dejar en Filipinas para poder venir a trabajar. El director nos cuenta paralelamente la relación de Teresa y Jiale , las complicaciones laborales del matrimonio quien se enfrenta a un frágil momento laboral y económico, que hace peligrar su actual modo de vida y la situación de Teresa como emigrante quien ha de cuidar de su propia familia en la distancia.

 

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Unas interpretaciones veraces en las que nos muestra a unos padres que a finales de los años 90 ven resquebrajarse su estatus, más interesados en mantener las apariencias que el verdadero bienestar de su hijo, al que malcrían consintiendo en exceso, sin llegar a conocer y sin dedicarle los cuidados y la disciplina necesarios.

Ciertos toques cómicos, derivados de los intentos por aparentar lo que no es, aderezan este retrato de la vida cotidiana narrado con gran sensibilidad y realismo. Para quienes no la hayan visto, hoy lunes se proyecta en la sala  2 de los Cines Centro a las 22:30.

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 La directora venezolana afincada en España Claudia Pinto presentó ayer, dentro de la sección oficial, “La distancia más larga”,  su debut en la gran pantalla tras diez años de intenso trabajo. La película  nos cuenta la historia de Martina (Carme Elías) que viaja desde España a Venezuela con una doble intención, por un lado hacer la paces con su hija, instalada allí con su marido y su hijo  y por otro, visitar un lugar muy especial para ella, un lugar donde su vida cambió para siempre.

Se trata de una obra íntima, reflexiva, en la que se nos muestran dos mundos diferentes, el mundo estresante y violento de la gran ciudad y el mundo reposado y hermoso de la naturaleza salvaje de la sabana venezolana. A la vez se cuentan dos historias, una la de la abuela Martina, que llegará pronto a su fin y otra, la de su nieto Lucas (Omar Moya) que está empezando.

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Como habréis observado por lo que estamos contando, se trata de una película de contrastes, de relaciones que se rompen bruscamente y de otras que comienzan. Rodada de una forma muy sensible, muy dulce,  con una música casi invisible, pero que siempre está ahí, acompañando las imágenes sin molestar.

Son destacables las actuaciones del niño Omar Moya y, por supuesto, la de una Carme Elías que nos dice más cuando no habla, cuando sólo nos mira a través de la pantalla de cine con esa cara tan sumamente expresiva que posee la actriz española.

Ovacionada en su estreno ayer en el Teatro Jovellanos, se repite su proyección hoy a las 19,30 en los CInes Centro Sala 2, acompañada de un coloquio con la directora Claudia Pinto y con la actriz principal Carme Elías.

 

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Conjugar en una misma película una historia sencilla pero divertida, con unos buenos actores, una sensación onírica durante todo el metraje, una excelente banda sonora y una maravillosa fotografía en blanco y negro, es algo realmente complicado. Sin embargo esto es lo que ha logrado el director alemán Jan Olle Gerster en su opera prima “Oh Boy” que se pudo ver ayer dentro de Rellumes.

La historia es una especie de “Jo que noche” (“After hours” 1985, Martin Scorsese), pero a lo largo de las 24 horas de un día en el que el protagonista Niko Fischer (Tom Schilling) se ve envuelto en una vorágine de sucesos sobre los que no tiene capacidad de decisión, ya que parece que todo sucede en un plano aparte del suyo, de tal forma que únicamente puede observar lo que sucede sin poder intervenir ni generar ninguna acción a su favor.

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 Toda la película parece un largo sueño en el que el protagonista se mueve de un escenario a otro sufriendo los diferente avatares que se le presentan sin ser capaz de manejarse por sí mismo. La música de Jazz que acompaña las imágenes así como la soberbia fotografía y la puesta en escena suman puntos a favor de la nota de la película que deja un muy grato sabor de boca al espectador a pesar de un final agrio, que intenta expulsar demonios que acompañan a los alemanes desde hace más de 60 años.

Plena de referencias cinematográficas tales como Woody Allen, Jim Jarmusch o Jean-Luc Godard, “Oh boy” es un goce para el espectador de todos los niveles y se perfila como una de las grandes favoritas para llevarse el premio en la sección Rellumes en la que participa. Se puede volver a ver hoy lunes a las 19.45 en la Sala 1 de los Cines Centro.

Gabriel Menéndez 

 

 

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