Segunda jornada del Festival y comienzan a asomar en las pantallas las grandes películas propias de este certamen. Ayer tuve la ocasión de ver “Weirdos” perteneciente a la sección “Enfants Terribles”, “Scary mother” de la Sección Oficial y un pase especial, el de “Amante por un día”, la última película del director francés Philippe Garrel.
Retratar el mundo de la adolescencia no es fácil, pero hacerlo desde el cariño, el buen gusto y con mucho talento, es realmente difícil. Bruce McDonald ha conseguido con “Weirdos” (2016), película canadiense participante en la sección Enfans Terribles, todo eso y algo más, ha logrado construir una película en la que toda clase de público puede sacar aspectos positivos de la misma.
La acción transcurre en Canadá en el verano de 1976, Kit es un adolescente de 15 años que vive con su padre y su abuela, pero que ansía volver al lado de su madre, la cual vive en otra ciudad. Por ello, un día se va de su pequeño pueblo y, junto a su novia Alice, coge la carretera en dirección a la ciudad donde reside su madre. Les acompañará en el viaje,un remedo de Andy Warhol que, cual Pepito Grillo, se le aparecerá a Kit intentando aconsejarle en su tortuoso camino personal.
El film, es una pequeña delicia en todos sus aspectos, la dirección es excelente, con una puesta en escena maravillosa, la cual alterna todo tipo de planos sin recurrir a excesos de virtuosismo, ya que consigue que la acción fluya de forma totalmente natural. Esto es algo a lo que contribuyen de forma notable, los dos jóvenes intérpretes protagonistas, los cuales insuflan una frescura a su trabajo, fundamental a la hora de conectar con la propuesta de McDonald. Por otro lado, la fotografía en blanco y negro es dulce y melancólica, transportando al espectador a tiempos pretéritos, no se si mejores, pero sí más auténticos.
“Weirdos” refleja la vida, la libertad de la juventud, el amor (de todos los tipos) y lo cuenta de una manera maravillosamente cinematográfica, apoyada por una maravillosa banda sonora de los años 70. Sin duda, una gran elección para la sección más vista por los adolescentes en este festival y que, sin duda, hará que alguno de ellos se enamore de este arte llamado cine. Se puede volver a ver mañana lunes 20, a las 9.30 en la Laboral.
La segunda película del día fue la georgiana “Scary mother” (“Sashishi deda”), perteneciente a la Sección Oficial y dirigida por la debutante Ana Urushadze. Decir que he quedado impactado es poco, todavía ahora mismo, pasadas unas cuantas horas tras su visionado, resuenan en mi cabeza las imágenes y los sonidos de una película majestuosa en muchos aspectos.
Manana es una mujer casada y con tres hijos, que alterna sus labores domésticas con la febril escritura de un libro. Cuando lo acaba, decide leerlo a su familia, la cual queda horrorizada, ya que se ven reflejados en los personajes que aparecen en una escritura descarnada y alucinatoria. Solamente Yuri, el propietario de una papelería amigo de Manana, la apoya y la anima, en su cada vez más absorbente labor como escritora.
La directora Ana Urushadze, ha logrado concebir una obra desasosegante, en la que la figura del doble, tan presente en el cine alemán de entreguerras, aparece aquí como una presencia que va absorbiendo la personalidad de la protagonista, llevándola a terrenos que caminan entre la genialidad y la locura. Todo ello apoyado por la excelente labor de la actriz protagonista Nato Murvanidze, la cual se postula como clara favorita para ganar el próximo sábado el premio a la mejor actriz del festival.
Pero además, a nivel técnico, la película es grandiosa, con imágenes muy poderosas que se mantienen en la retina del espectador y con un trabajo muy cuidado de la puesta en escena, en la que se pueden encontrar momentos de muchísima calidad, lo cual no es nada habitual en el trabajo de una debutante. Se vuelve a proyectar hoy domingo a las 20.00 horas en la sala 10 de los Yelmo y el sábado 25 a las 19.45 en la misma sala.
La última proyección del día fue el pase especial de “Amante por un día” de Philippe Garrel. El director francés vino a Gijón a presentarnos su última obra, la tercera entrega de una trilogía sobre los triángulos amorosos, protagonizada por Esther Garrel, Eric Caravaca y Louise Chevillotte.
Gilles es un profesor universitario que tiene un romance con Ariane, una de sus alumnas. Una noche, su hija Jeanne aparece en su piso desesperada porque su novio la ha echado y no tiene donde dormir. A partir de ese momento, los tres compartirán piso y experiencias, formándose un vínculo entre las dos muchachas, compartiendo secretos que ocultarán a Gilles.
La película, rodada en celuloide de 35 mm en blanco y negro y con una voz en off totalmente innecesaria, nos habla del amor, de su ausencia, del dolor de la separación y de la dificultad de congeniar una relación abierta entre dos personas de diferente edad. De como los sentimientos echan por tierra toda la banalidad del discurso librepensador con el que muchas personas se autoengañan.
Los primerísimos planos que nos regala Garrel de sus protagonistas, junto con un uso de la luz muy remarcable, son otras de las características del film, al que quizás le falta algo de sustancia para quedar más arraigado en la memoria del espectador.
Gabriel Menéndez Piñera
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