En la sexta jornada pude ver dos películas situadas en extremos totalmente opuestos. “Frost” de la sección Rellumes, es seca y dura, mientras que “Lucky”, participante en la Sección Oficial, es fácil de ver y entretenida para cualquier tipo de espectador.
En el mundo actual hay dos tipos de guerras, unas que se dilucidan a base de tiros y bombas y otras, mucho más silenciosas, que se llevan por delante los sueños e ilusiones de una juventud sin esperanza. De las dos nos habla el director lituano Sharunas Bartas en su película “Frost”.
Rokas es un joven lituano al que le ofrecen llevar una furgoneta con ayuda humanitaria a la Ucrania asolada por la guerra. Su novia Inga accede a acompañarlo en este viaje a lo desconocido, en el que ni uno ni otro tienen nada que perder.
Bartas muestra a la pareja protagonista de forma tan fría como el ambiente térmico que sufren. No hay muestras de cariño, ni de reproche entre ellos, más bien parecen unos desconocidos que se han juntado momentáneamente. Sin embargo entre ellos hay diferencias, Rokas aún parece tener esperanzas en mejorar su vida y, poco a poco, toma un carácter más participativo en los hechos y las conversaciones que tienen lugar. Sin embargo Inga simplemente se deja llevar por los acontecimientos, sin tomar parte activa. Esto podría ser una metáfora de las diferentes posiciones que puede uno tomar, cuando una guerra como la Ucraniana estalla en el corazón de Europa.
La película tampoco se muestra cariñosa con el espectador, ya que el ritmo lento y los escasos (y poco interesantes) diálogos entre los protagonistas hacen que se requiera de un esfuerzo importante para mantener la atención sobre la misma. Unicamente, cuando hay algo de interacción con otros personajes la película adquiere cierto calor. Así mismo, el director lituano rueda de un modo frío y aséptico, excepto en su tramo final en el que se permite algunos planos realmente bellos, dando así por fin un respiro al espectador ya exhausto.
“Frost” es interesante, dura, necesaria y fría (mucho), y en ella se nos cuestiona por nuestro papel en la Europa que nos ha tocado vivir.
Hay películas que tienen una facilidad innata para conectar con el público, algo que parece fácil pero que es en realidad muy complicado. “Lucky”, dirigida por John Carroll Lynch y protagonizada por el recientemente fallecido Harry Dean Stanton, es una de ellas.
Lucky (Harry Dean Stanton) es un anciano solitario que vive en un pueblo cercano al desierto de Arizona. Alguien con las ideas muy claras y que ya no tiene tiempo para tonterías de ningún tipo. Un día se desmaya en su casa y, aunque los médicos descartan nada grave, una señal de alarma se despierta en este hombre curtido en la guerra de la soledad.
John Carroll Lynch, eterno secundario en más de cien películas y series, debuta como director con este largometraje que posee unas cuantas virtudes y un único, pero gran defecto. Entre las virtudes destacan unos diálogos ingeniosos y con su punto de gracia, pero quizás demasiado ideales ya que todos los personajes de este pueblo perdido en medio de ninguna parte se expresan como filósofos griegos. Otro aspecto a destacar son las actuaciones realizadas por unos intérpretes a los que se les han dado unos papeles que son una golosina, algo que no le quita mérito a unos trabajos realmente notables.
El mayor defecto que le encuentro es que toda la película esta rodada de una forma muy plana, únicamente haciendo hincapié en algunos primeros planos circunstanciales. Pero no hay nada que destaque en el aspecto técnico en una película que, si fuese algo mejor en ese aspecto, se podría haber convertido en una obra mucho mayor.
Gabriel Menéndez
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