En la jornada de ayer del FICX 2019 pude ver tres películas pertenecientes a tres secciones diferentes. La primera fue “System Crasher”, perteneciente a la Sección Oficial, la segunda fue “El lago del ganso salvaje”, perteneciente a la Sección Crossroads y, para acabar la jornada, me acerqué a la última película perteneciente a la retrospectiva que se le ha hecho al director italiano Franco Piavoli.
El cine, a lo largo de su historia, siempre ha encontrado en los adolescentes problemáticos un filón con el que hacer grandes películas. En el caso que nos ocupa, la directora alemana Nora Fingscheidt nos trae a nuestras acomodadas vidas “System Crasher”, la historia de una niña de 9 años cuyo temperamento trae a todos los que están a su alrededor por la calle de la amargura.
Bennie (increible Helena Zengel) va de un centro de acogida a otro, sin que sean capaces de dar con la tecla que calme su furia interior. Su madre, inestable emocionalmente, la ha dejado al cuidado del estado y sus abnegados funcionarios. Entre todos ellos destaca la señora Bafané (Gabriela María Schmeide), la cual busca incansablemente hogares de acogida para la pequeña y Micha (Albretch Schuch) su guardaespaldas para llevarla al colegio, quien se involucra muy activamente en el intento de salvar a Bennie.
La película está rodada de forma muy inteligente, con muchísimo talento, mostrando desde el principio los efectos que los diferentes traumas infantiles han causado en la pequeña Bennie, pero diseminando muy poco a poco durante el metraje las causas que han provocado el estado mental actual de la niña, la cual tiene tanto amor como furia en su interior.
Se trata de una historia dura, pero muy emocionante, que cala al espectador hasta lo más hondo de su ser. El cual, además, se enfrenta a un personaje que puede parecer odioso al principio, pero que enseguida cautiva, gracias sobre todo a la excepcional interpretación de la niña Helena Zengel, quien logra transmitir de forma excepcional las dos caras de este maravilloso personaje. El guión, de la propia directora Nora Fingscheidt sorprende continuamente, a pesar de transitar en algunos momentos por parajes muy transitados para cualquier cinéfilo.
El broche de oro a la película lo pone el tema “Ain´t got no” perteneciente a la Opera rock “Hair” e intepretado por otra ilustre rebelde, Nina Simone. Yo les incito a que se acerquen a conocer a Bennie, estoy seguro que les robará el corazón, eso sí, tengan en cuenta que poco después de robárselo, lo romperá en mil pedazos. Se podrá volver a ver hoy martes 19 a las 17.00 horas en la Sala 10 de los cines Yelmo y mañana miércoles 20 a las 9.30 en el Teatro Jovellanos.
Años después de deslumbrar con “Black coal” (2014), el cineasta chino Diao Yinan nos trae en esta ocasión una historia de gangsters de medio pelo, en la que se esfuerza por homenajear a los clásicos del género negro, pero que se queda en un intento fallido, sobre todo por culpa de un guión alargado hasta la extenuación.
Zhou Zenong (Hu Ge) es un gangster, que accidentalmente mata a un policía y se convierte en objetivo primordial de las fuerzas del orden y del resto de las bandas de gangsters que asolan la ciudad, debido a la alta recompensa que ofrecen por su cabeza. Una prostituta (Gwei Lun Mei), aparece como tabla de salvación que, sin embargo, puede ser su caída definitiva.
La película muestra una puesta en escena elaborada y en ocasiones brillante y una fotografía de mucha calidad, recordando en algunas tomas al maestro Wong Kar-Wai. Pero la historia languidece en la pantalla, repitiéndose situaciones una y otra vez, acabando con la paciencia y el ánimo del espectador.
No creo que nadie ame más que yo el género negro en las películas, pero en esta ocasión no han sabido dar con la tecla para que tenga un recuerdo positivo de esta película de la que esperaba bastante más. Se podrá volver a ver el viernes 22 a las 19.30 en la Sala 9 de los Cines Yelmo.
Si por algo se caracteriza el FICX es por mostrar al espectador curioso muchas formas diferentes de entender el cine, lejos del estilo convencional al que estamos acostumbrados. Uno de los baluartes en Europa de ese cine “diferente” es el italiano Franco Piavoli, al que se le ha dedicado en esta edición del Festival una retrospectiva de su obra, entre la que se encuentra “Al primo soffio di vento”.
Es verano en una granja situada al norte de la península italiana, los habitantes de la misma han finalizado su comida y se disponen a pasar la tarde, cada uno a su manera. Las horas pasan lentamente, los animales buscan la sombra y los dueños intentan distraerse mientras los trabajadores, provenientes de Africa, apilan el heno empacado.
Una vez más, Piavoli se centra en las imágenes como única forma narrativa, obviando el diálogo como tal, salvo en muy escasas excepciones. Imágenes, que son en su mayoría verdaderos cuadros costumbristas y, en una pequeña porción, formas experimentales de trabajar con la imagen en la pantalla.
El director italiano logra transmitir, a través de las imágenes y el sonido que las acompañan, el calor del verano, la apatía, el tiempo que apenas avanza, el despertar al deseo, todo ello de forma muy poética. Las escenas son acompañadas de una bella música de piano que Piavoli integra perfectamente con lo que estamos viendo.
Cine que busca complacerse más a sí mismo que al espectador, que confía toda su valía al poder de las imágenes, cine que busca un tipo de público muy determinado, pero en consecuencia es eso, cine en su estado más puro y primigenio, como una vuelta a las películas de los Hermanos Lumiere.
Es, en definitiva, “Al primo soffio di vento” una reflexión sobre la vida, la naturaleza y nuestra propia existencia dentro de ella. Una película muy bella, pero que requiere un esfuerzo notable por parte del espectador.
Gabriel Menéndez Piñera
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