Hay pocos directores norteamericanos en la actualidad que tengan el talento de Steven Spielberg a la hora de crear un film de estilo clásico, algo que parece de otro tiempo, de otra época en la que los buenos eran extremadamente buenos, capaces de soportar todo lo que se le venga encima sin perder el sentido del humor ni enfadarse. Este es quizás el punto de inflexión de “El puente de los espías” (“Bridge of spies”, 2015), su última película, ya que a estas alturas de la vida es difícil creerse un personaje como el de James Donovan, al que solo falta que digan al final de la película que ascendió a los cielos a los tres días de morir.
La película nos narra como, en plena Guerra Fría y tras la captura del espía ruso Rudolf Abel (Mark Rylance) por parte del F.B.I...
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