Sobreponerse o no, esta es la cuestión. Luchar por llevar una vida más o menos normal, cuando te sucede algo tan grave en ella que es imposible no recordarlo todos los días, o dejarte llevar por la tristeza y la ira como única forma de seguir viviendo. Esto es lo que nos plantea “Manchester frente al mar”, el tercer largo como director del habitualmente guionista Keneth Lonergan. Se trata de un drama, que busca destacar a nivel artístico y con un personaje protagonista que le puede dar muchos premios al actor que lo interpreta, Casey Affleck.
Lee Chandler (Casey Affleck) es un solitario que trabaja de portero en unos edificios de Boston. Un día recibe el aviso de que su hermano mayor Joe (Kyle Chandler) ha muerto de un infarto, tras una larga enfermedad cardiaca. Lee tendrá que volver a su pueblo natal a ocuparse de su sobrino adolescente huérfano y enfrentarse a un pasado que lleva años intentando olvidar. Al llegar, se enfrentará no sólo a los recuerdos, si no a la gente del pueblo que, de una forma u otra le hace imposible olvidar lo sucedido, incluyendo a su ex-mujer Randi (Michelle Williams).
La película es un drama en toda regla, en el que es difícil no retorcerse en la butaca ante la historia que se nos cuenta, la cual se nos va desgranando poco a poco, sin llegar a caer en el efectismo para sorprender al espectador menos exigente. Todo gira alrededor del personaje de Casey Affleck y su relación con el mundo y las personas que en él viven tras un trágico suceso que, como él mismo dice al final de la película (de forma totalmente innecesaria) no puede superar.
El guión, firmado por el propio director, nos va mostrando el pasado del personaje principal a base de flashbacks, que se intercalan con la acción actual, por lo que el espectador va poco a poco descubriendo las razones que han hecho que el personaje principal se comporte de la forma en que lo hace. Una forma nada original, pero sí muy efectiva de mantener la atención del espectador la mayor cantidad de tiempo posible en un film, que se desarrolla de forma lenta de forma intencionada, tal y como transcurre la vida para Lee desde que sufrió el golpe que le cambió la vida para siempre.
Es precisamente la actuación de Casey Affleck como Lee Chandler el mayor valor de este film. Se trata de una actuación a ratos contenida y a ratos desatada por parte de este actor que poco a poco confirma lo que ya nos había mostrado en anteriores películas como “Adiós pequeña, adiós” (“Gone, baby gone”, Ben Affleck) o “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” (“The assassination of Jesse James by the coward Robert Ford”, Andrew Dominik), ambas de 2007. De momento, su labor en este largometraje ya le ha procurado el Globo de oro al mejor actor dramático, el premio al mejor actor en el Festival Internacional de Cine de Gijón y está entre los nominados a los premios Oscar al mejor actor principal.
Técnicamente la película contiene escenas de gran calibre muy bien realizadas, aunque no sea el aspecto visual y técnico el mayor valor del film, el cual se centra más en la historia y los personajes. Sin embargo se nota claramente que el director Kenneth Lonergan ha buscado darle al film una patina de calidad artística más allá de la historia y los personajes. Su labor es bastante remarcable y el preciosismo de algunas escenas ayuda a suavizar la tremenda dureza de la historia que nos cuenta.
El uso de la música clásica en muchas escenas del film es otra manera de buscar por parte del director una forma de alejarse del típico telefilm melodramático de la sobremesa del fin de semana. Sin embargo la selección de piezas clásicas es muy manida, al tratarse de algunas de las obras más conocidas de la música clásica, lo que nos muestra la búsqueda del director de un mayor apoyo por parte del gran público al regalarles los oídos con piezas que en mayor o menor medida, todos hemos escuchado más de una vez.
En definitiva se trata de una película muy interesante, no apta para públicos que busquen algo con lo que pasar la tarde, pero que es mejorable en algunos aspectos, tanto técnicos como narrativos. No obstante supera con mucho la media del cine que nos llega del otro lado del Océano Atlántico, más preocupados la mayoría de las veces de mostrar la fantasía, que enseñar la dura realidad de la vida y como ésta te puede golpear de la forma más cruel que puedas imaginar.
Gabriel Menéndez
Comentarios recientes