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Cold War

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He oído muchas veces en los últimos años que el cine está en crisis, que ya no se hacen buenas películas, que son todo remakes y continuaciones de otras películas. Me imagino que todas estas personas se refieren al cine Norteamericano (el cual sí es cierto que, salvo honrosas excepciones,  lleva muchos años en una grave crisis de ideas), porque el cine Europeo, Asiático y Latinoamericano están todos ellos en uno de sus mejores momentos y esta semana he podido volver a constatarlo, al disfrutar en el cine de una de las mejores películas que he visto en muchos años. Me refiero a “Cold war” (2018, Pawel Pawlikowski), película polaca que es una verdadera obra de arte de principio a fin y que consagra al también director de “Ida” (2013) como uno de los referentes actuales dentro del cine mundial.

La acción transcurre en Polonia, unos años después de la Segunda guerra mundial. Wiktor (Tomasz Kot) es un músico encargado de descubrir nuevos talentos dentro de la música rural polaca, con el objetivo de formas un grupo coral y de bailarines, que transmitan la música popular de su país en diferentes actuaciones por toda Europa. Entre esos jóvenes está Zula (Joana Kulig), la cual impresionará a Wiktor, no sólo por su voz. Sin embargo la difícil situación política que se vive en esos años en el país, dificultará enormemente la relación entre ambos.

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Lo que más destaca en la película es la excelsa dirección de Pawlikowski, el cual crea continuamente planos con una profundidad inimaginable, aún en escenas de interior. No sólo eso, formalmente es impresionante, con una fotografía de las que no se olvidan y una puesta en escena original y nada repetitiva. Además, los suaves movimientos de cámara mecen al espectador en una suave melodía que le transporta a otra época, a otro lugar del que no quiere irse cuando finaliza la proyección.

El director polaco, al igual que hiciese en su anterior película “Ida”, recurre al blanco y negro y al formato de pantalla 4:3. Ya explicó en su momento que no se imagina otra forma de reflejar la Polonia de la posguerra, durante su periplo comunista, que este blanco y negro tan bello como excluyente. A pesar de las limitaciones del formato de pantalla, Pawlikowski consigue crear verdaderas estampas preciosistas a lo largo del metraje del film, aliviando en parte la tensión originada por el argumento.

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El guión, escrito por el propio director junto a Janusz Glowacki, repasa 20 años en la vida de los dos personajes principales. Años en los que la vida (y ellos mismos) les junta y les separa en varias ocasiones. Todo ello narrado con mucha sutileza y sin grandes explicaciones, dejando fluir la historia a través de imágenes y escenas que dejan algunos huecos, los cuales tienen que ser rellenados por el propio espectador. Mención aparte merece el comienzo de la historia, en la que el film se asemeja a un documental sobre la música rural polaca para. a partir de ahí, centrarse en la historia de amor entre Wiktor y Zula. Y por supuesto, hay que hablar (sin desvelar nada) de un final precioso, que deja al espectador pegado a la butaca y con la vana esperanza de que tras los títulos de crédito finales haya más escenas, que la película siga unos minutos más, que no sea verdad que esos personajes que Pawlikovski ha introducido en su mente se vayan para siempre de la pantalla.

Pero no acaban aquí las virtudes de “Cold war”, porque la pareja de actores protagonista es una delicia para el espectador. Tanto Joanna Kulig como Tomasz Kot transmiten perfectamente la personalidad de sus personajes, así como los sentimientos que poseen  en cada momento el uno por el otro, lo cual no es nada fácil, dado la complejidad de los mismos. Además la voz de Joanna traspasa la pantalla y embriaga los oídos de los espectadores que dificilmente dan crédito a lo que ven y oyen. Junto a la pareja protagonista destaca la gran actriz Agata Kulesza, la cual ya conocía por su enorme papel en “Ida”, como la tía de la novicia protagonista.

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Sin embargo el tercer protagonista de “Cold war” no es un personaje, si no la música que acompaña al film constantemente. Tanto la música popular polaca,  los standares de Jazz que Wiktor interpreta con su grupo durante su estancia en París o las canciones interpretadas por Zula, crean una amalgama de sonidos sencillamente deliciosa y que constituyen uno de los puntos fuerte del film.

Resumiendo, “Cold war” es para mi desde el momento que abandoné la sala de cine, una de las mejores películas de las que he podido disfrutar en mi vida. Una historia de amor durante un periodo de tiempo oscuro y triste, en el que el sacrificio personal, en orden a un supuesto beneficio comunitario,  estaba a la orden del día. Pero una vez más,  lo importante no es la historia que nos cuenta, si no como esa historia se nos cuenta en la pantalla a través de escenas de una belleza formal enorme y a la vez  sencilla. Sin duda una película para ver y disfrutar una y otra vez.

Gabriel Menéndez Piñera

 

 

 

 

 

Un comentario de Cold War

  • Andrés  dice:

    Sin duda es para mí una de las grandes realizaciones de los últimos tiempos. Cuando veo una película me olvido del lugar de procedencia. Lo siento pero es así. El cine, y en esta película lo demuestra,es pura magia. Gracias a todos los que han formado parte de este trabajo porque siguen haciéndome la vida más entendible.

Comentarios

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