14 noviembre, 2012 / 
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El nombre
El pasado 14 de Septiembre de 2012 se estrenó en España la película francesa “El nombre” (Le prénom), la cual tuve oportunidad de ver, casi dos meses después de su estreno, en uno de mis viajes a Salamanca. Se trata de una adaptación de la obra de teatro del mismo título y que se inscribe en una larga tradición de comedias teatrales francesas, algunas de las cuales fueron llevadas con mucho éxito a la gran pantalla. El último ejemplo de un gran éxito de este tipo de películas fue “La cena de los idiotas” (Le diner de coms, 1998), la cual tuvo su particular (y nefasta, como casi siempre) versión Hollywoodiense.
El argumento es el siguiente, en un piso de París se reúnen para cenar cinco personas: el matrimonio que ejerce de anfitrión (Elisabeth y Pierre), el hermano de la esposa (Vincent), su mujer (Anna) y un amigo íntimo de todos ellos (Claude), el cual está soltero. Lo que pormetía ser una velada agradable se convierte, por culpa de una inocente broma, en una tormenta perfecta en la que se dicen cosas que siempre habían pensado, pero que nunca se habían atrevido a pronunciar y en la que se revelan secretos guardados durante muchos años.
El reparto se puede decir que está encabezado por el actor, cantante, compositor y jugador de poker profesional Patrick Bruel, ya que su personaje (Vincent) ejerce de narrador y es el que origina todo lo que sucede en la casa. el resto del reparto lo componen Valerie Benquiqui como Elisabeth, Charles Berling (un habitual del cine del director francés Olivier Assayas) como Pierre, Judith El Zein como Anna y un excelente Gullaume de Tonquedec como Claude. El trabajo de todos ellos es en general muy bueno, aunque tanto Patrick Bruel como Valerie Benquiqui tienen momentos dentro de la discusión en que pecan de sobreactuación, pero no es un fallo que desmerezca la gran actuación general del resto, en el que nuevamente destaco el personaje interpretado por Guillaume de Tonquedec, todo un prodigio de contención a pesar de tener en muchas ocasiones que lidiar con largos primeros planos.
Los directores de esta comedia son los mismos que la llevaron al teatro, Alexandre de la Patelliere y Mathieu Delaporte, siendo éste último además el autor de la obra de teatro y del guión para la gran pantalla, siendo ésta su primera obra cinematográfica. En este tipo de películas lo principal es el guión y el trabajo de los actores, por lo que su labor de dirección técnica no es nada del otro mundo, sin embargo si hacen un gran trabajo en la estructura del guión, diseminando las diferente sorpresas que se van sucediendo en la trama con una precisión casi milimétrica.
Los temas que salen a relucir durante la velada son tan variados como típicos de estas situaciones: familia, amistad, ideas políticas, gustos culturales, diferentes maneras de afrontar la vida, manías personales, etc. Todos estos temas y el sarcasmo y la ironía con que son tratados, recuerdan a alguna de las grandes películas de Woody Allen.
Si hay algo que nos quiere mostrar la película es que hay que tener cuidado con las bromas que se gastan, ya que la bromita más insignificante, si se estira demasiado tiempo, puede expandirse y dar lugar a un tsunami de emociones cuyas consecuencias pueden ser incontrolables.
En definitiva, creo que es una película bastante divertida, con muchas referencias a la cultura francesa y a sus tabúes personales, con la que se pasa un buen rato observando las discusiones de estos cinco personajes que, debido a la estrecha relación que tienen entre ellos, no pueden mandarse a paseo a las primeras de cambio y dar por zanjada la discusión. Esto hace que la trifulca se alargue y sus efectos se vayan multiplicando exponencialmente a lo largo de la noche.
Gabriel Menéndez Piñera
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