¿Se puede alguien enamorar de algo que no tiene vida física?. ¿LLegará la tecnología a conseguir algo tan perfecto como Samantha, el sistema operativo protagonista de esta película?. ¿Estamos todos locos al depender, como dependemos ya, de las nuevas tecnologías?. Estas y otras cuestiones se me quedan en la cabeza tras ver “Her” (2013), la última película del director Spike Jonze.
“Her” nos habla de Theodore (Joaquin Phoenix), una persona retraida de mediana edad que vive en un futuro cercano y que acaba de separarse de su mujer (Rooney Mara). Un día adquiere un nuevo sistema operativo tremendamente innovador que se autodenomina Samantha y con el que se comunica verbalmente (en la versión original tiene la voz de Scarlett Johansson). Samantha es vital, inteligente, graciosa, tiene una voz increible y unas ganas inmensas de crecer como “persona”, es decir, el sueño de cualquier hombre. Poco a poco la relación entre Theodore y su sistema operativo se transforma en algo más serio, ya que ambos se enamoran el uno del otro.
Lo primero que quiero destacar de la película es que es tremendamente densa, ya que se podría escribir todo un tratado de psicología con las diferentes personalidades de los personajes que pueblan la película. Especialmente intenso es el juego que dan los dos protagonistas, Theodore y Samantha, sobre todo el primero que es el verdadero protagonista del film. De tal forma que, al igual que ya hemos visto en otras películas recientes, Joaquin Phoenix aparece en la casi totalidad de los planos de la película y en los que no sale, es porque se nos muestra lo que está mirando o la persona con la que está hablando.
Joaquin Phoenix nos vuelve a demostrar que, junto con el recientemente desaparecio Philip Seymour Hoffman, es el mejor actor de su generación. Phoenix realiza un trabajo memorable, de mucho desgaste y que saca adelante con suficiencia a pesar de la dificultad de compartir la mayoría de los planos con una voz invisible. Al tener que ver la película en versión doblada (en Asturias no hay cines en V.O.) no puedo juzgar la labor de Scarlett Johansson, lo que si quiero decir que la chica que la dobla hace un trabajo memorable, con una variedad tonal y emocional infinita a lo largo de la película. Amy Adams tiene un papel pequeño en la película como Amy la amiga de Theodore con la que comparte muchas de sus frustaciones y con el que la actriz realiza una labor mucho mejor que en “La gran estafa americana” (“American Hustle” 2013, David O’Russell).
Es curioso pensar que en un principio iba a ser Samantha Morton la encargada de dar voz al sistema operativo, pero al final fue Scarlett la elegida, quedando el nombre de Samantha para el personaje y relegando a la actriz descartada a labores de productora ejecutiva del film.
El guión lo firma el propio director Spike Jonze. Se trata de un guión el el que predomina el carácter psicológico de los personajes sobre los diálogos. Así, no hay debates entre los personajes sobre la conveniencia o no de enamorarse de algo artificial, eso lo deja Jonze para el espectador tras acabar la película. Por lo que el guión se centra en mostrar los conflictos interiores de los personajes y de hacer una exposición de la excesiva dependencia del ser humano de la tecnología que nos acompaña diariamente y que hace que cosas tan básicas y personales como escribir una carta a alguien que quieres se le encargue por internet a una empresa que se dedica a ello exclusivamente. Además está muy presente la crítica a una sociedad en la que soledad, aislamiento, ciberdependencia, relaciones físicas a distancia o amistades virtuales están a la orden del día.
La película destaca también por su ritmo pausado, a veces incluso lento, que se ve incrementado por la ultradependencia que crea el director entre la cámara y el personaje de Joaquin Phoenix, llegando a dar la impresión de que somos los espectadores otro gadget electrónico que Theodore lleva siempre consigo.
La dirección no destaca por ningún aspecto en particular, quizás lo más destacable sea la puesta en escena futurista en el que se mezclan aspectos que ya vemos en la vida actual con otros que disfrutaremos (o sufriremos) en poco tiempo. Hay un pequeño homenaje a esa obra maestra del cine mudo y del cine de ciencia ficción que es “Metrópolis” (1927, Fritz Lang), tanto en la creación de un personaje femenino artificial como en algunos edificios que aparecen en el skilyne de la metrópoli representada en la película, los cuales se parecen sospechosamente a algunos de los que hemos visto tantas veces en los decorados de la enorme película alemana.
No es la primera vez que se representan este tipo de amores imposibles en la gran pantalla, me acuerdo especialmente de tres obras. La primera es “Tamaño natural” (1973, Luis García Berlanga), la segunda es “Lars y una chica de verdad” (“Lars and the real girl” 2007, Craig Gillespie), en ambas los personajes principales tenían una relación muy intensa con una muñeca hinchable. La tercera es esa deliciosa película que es “La rosa púrpura del Cairo” (“The purple rose of Cairo” 1985, Woody Allen), en la que Mia Farrow se enamora del personaje de una película (jeff Daniels) que se escapa de la misma para intentar vivir una historia de amor junto a ella.
No quiero entrar mucho en todas las disquisiciones que puede generar el argumento de esta película, pero sí me gustaría comentar que para determinadas personas un amor como el que nos muestra la película sería el ideal, por su incapacidad de compartir su vida con alguien humano (con los defectos que conlleva todo ser humano). Además, se me ocurre una idea que podría ser muy útil para las personas que hayan perdido a su pareja amada. Se podría crear un ser artificial como el que aparece en la película con la voz de la persona muerta para que su pareja pudiese mitigar su ausencia con ese remedo de ser artificial y poder seguir amando a algo más tangible que los simples recuerdos que pueblan la mente de las personas que han visto morir a sus seres más queridos.
En definitva, se trata de una película muy bien hecha, sin concesiones a la galería o a la comercialidad, que nos trata un tema interesante y muy dado a comentar después de la película. La película está nominada a cinco Oscars en la ceremonia del próximo domingo 2 de Marzo, incluyendo mejor película, mejor guión original y mejor dirección artística. Sinceramente echamos de menos la nominación a mejor actor para Joaquin Phoenix, pero ya sabemos como son los Oscar.
Gabriel Menéndez
La tecnología acabará devorando al hombre. De hecho, ya ha comenzado a hacerlo sin que apenas nos demos cuenta. Y esta interesantísima peli no es más que un claro ejemplo de ello.