El pasado viernes 28 de Marzo se estrenó en unas pocas salas de nuestro país (ninguna de Asturias) “Ida” (2013, Pawel Pawlikowski), película que fue la gran triunfadora en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Gijón. Me resulta difícil explicar con palabras la magia que posee esta película, la cual hace que te enganches, durante sus escasos ochenta minutos de duración, a su historia, a sus personajes y a unos encuadres que crean imágenes que se mantienen en nuestra memoria muchas horas (y meses) después de haber visto esta magnífica obra.
“Ida” nos cuenta la historia de Anna (Agata Trebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de tomar los votos de un convento católico en la Polonia socialista de los años 60. La madre superiora le pide que visite a su tía Wanda (Agata Kulesza), su único pariente vivo, antes de encerrarse para siempre en el convento. La visita se complica cuando su tía le dice que en realidad es judía (su verdadero nombre es Ida Lebenstein) y que sus padres murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Tras conocer la noticia, Anna le pide a su tía que la lleve a buscar los restos de sus familiares.
La película está rodada en un bellísimo blanco y negro y en formato de pantalla 4/3 (pantalla cuadrada), lo cual hace que nos sumerjamos profundamente en la época en la que está ambientada la película. A ello también ayuda el uso constante de planos fijos, como si en realidad estuviésemos viendo un album fotográfico de aquella Polonia gris de los años 60.
La actuación de la debutante Agata Trzebuchowska en el papel que da título al film es muy remarcable, pero es su tía en la ficción, la veterana Agata Kulesza, la que nos deja una actuación maravillosa, plena de matices para un papel realmente complejo. Se trata de una labor impactante y que le hizo merecedora del premio a la mejor actriz en el Festival Internacional de cine de Gíjón.
El guión está firmado por el propio director Pawel Pawlikowski, junto con Rebeca Lenkiewicz. Se trata de un guión que puede parecer sencillo en un principio, pero que da lugar a una historia tremendamente densa, donde cada escena que se muestra en la pantalla tiene una importancia considerable en el desarrollo de la historia y que obliga al espectador a estar permanentemente atento si no quiere perderse ningún detalle. Se podría considerar la historia bajo muchos puntos de vista, desde una road movie a una historia de amor entre estas dos mujeres solitarias y ávidas de cariño, las cuales se han enganchado a puntos de apoyo diferentes para paliar su soledad.
Además de los dos personajes femeninos principales, los guionistas han creado a otro personaje crucial para la trama, al que no se le ve en ningún momento de la película, pero que se siente su poder durante toda la historia. Me refiero al pasado, cuyo peso recae sobre las dos protagonistas habiendo marcado sus vidas hasta entonces y que dirigirá el rumbo que tomarán en lo que les queda de ellas.
Respecto al trabajo del director, sólo puedo tener palabras de elogio para su labor, ya que no sólo ha concebido una película tremendamente interesante si no que además la ha decorado con un envoltorio brillante, original y obsesivo. Lo más destacable es la puesta en escena, compuesta de planos fijos de larga duración, pero con unos encuadres diferentes en cada toma. Encuadres que dejan mucho aire por encima de las cabezas de los actores y que colocan la cámara en todos los puntos de vista imaginables.
La fotografía en blanco y negro es excelente, consiguiendo estampas maravillosas que impactan al espectador y en las que la baja intensidad de la luz usada remarcan las sensaciones que transmiten y sufren estas dos mujeres. Sensaciones como la frialdad, el aislamiento, la nostalgia, los remordimientos, acompañan a ambas mujeres en su viaje, iniciático para una, pleno de recuerdos para la otra.
En definitiva, se trata de una maravilla de película, necesaria en su creación y que todo el mundo debería tener la oportunidad de disfrutar. Sin embargo a pesar de haber logrado el premio a la mejor película en los festivales de Londres, Varsovia y Gijón (en este último se llevó además los premios a la mejor actriz, mejor guión y mejor dirección artística) únicamente se ha estrenado en unas pocas salas en España, principalmente en las grandes ciudades. Esperemos que alguien tenga la feliz idea de por lo menos editarla en formato doméstico en nuestro país.
Gabriel Menéndez Piñera
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