“Interstellar” es el nuevo trabajo de Christopher Nolan, director muy querido por el gran público pero cuyas películas siempre han adolecido de ser simples espectáculos vacíos de emociones y contenido. En este caso ha intentado darle la vuelta a la tortilla construyendo una historia, en la que todos los personajes se dejan llevar por emociones humanas, consiguiendo transmitir al espectador dichas emociones. Sin embargo vuelve a caer en su mayor error, dotar a la película de concesiones a la comercialidad para satisfacer a su público, que estropean lo que podía haber sido una obra magna dentro del género de la ciencia ficción.
Voy a intentar resumir el argumento, lo cual no es fácil: nos encontramos en un futuro no muy lejano en el que la supervivencia del ser humano en el planeta está siendo seriamente amenazado por la propia naturaleza. Un antiguo astronauta (Matthew McConaughey) será reclutado por la NASA para encabezar una expedición que busca encontrar un planeta en el que pueda vivir la raza humana más allá de nuestra galaxia. Sin embargo esta misión supondrá separarse de sus dos hijos quizás para siempre, cosa que su hija no le perdonará. En la misión le acompaña la doctora Brand (Anne Hathaway) hija del profesor Brand (Michael Caine), responsable del proyecto para encontrar un nuevo hogar para el ser humano.
La película tiene muchos puntos a favor, empezando por la recreación de una situación en el planeta que puede ser del todo plausible en un futuro no muy lejano. Una situación en la que la vida animal ha desaparecido por completo y en la que la mayoría de la gente ha tenido que volver a los orígenes y convertirse en granjeros para poder alimentar a la población superviviente. Sin embargo las tormentas de polvo que asolan el planeta hacen que cada vez sea más difícil la vida en el mismo.
Así mismo el guión escrito a cuatro manos por el director junto con su hermano Jonathan tiene destellos de mucha calidad, a pesar de algunas escenas al final de la película bastante deplorables y de acabar desde el principio con el suspense principal de la película, ya que desde el comienzo de la misma sabemos cual va a ser el destino de la humanidad.
Otro aspecto destacable, es que se trata de una película que habla de las emociones, de los sentimientos, de la humanidad en sí misma. De como esas emociones (amor, miedo, tristeza, instinto de supervivencia) llevan a los seres humanos a cometer errores y aciertos que tendrán consecuencias para el resto de sus congéneres. Dichas emociones son transmitidas al espectador en medio de toda la pirotecnia visual de una película de este estilo, creando un contraste sensorial en el mismo muy fuerte.
Sin embargo llega un momento en la película en la que el director inglés se pierde en sus errores habituales, creando innecesarios momentos de falsa tensión que dan al traste con todo lo bueno que se nos había mostrado hasta entonces y que socaban gravemente la sensación de realismo que transmitía la película hasta ese momento. Algunas de las escenas que se nos muestran en esa hora final de película llegan al ridículo más espantoso. Una de ellas es la que yo llamo el momento “Miliki”, que me recordó al famoso sketch de los payasos de la tele en la que uno de ellos le reitera al resto que no toquen un botón de la pared bajo ningún concepto y por supuesto ellos tocan el botón. Pero es que a continuación de esta escena viene otra, en la que el personaje de Mathew McConaughey parece decir “Vamos perdiendo 5-0 pero este partido lo gano yo” porque le entra un “no se que”, que hace que se convierta en una especie de superhéroe durante 5 minutos. En otra escena Nolan utiliza un truco que ya había usado en “Origen” (“Inception”, 2010) mediante el cual maneja el tiempo a su antojo para crear una tensión que no existe, sin importarle falsear toda realidad para conseguirlo. En este caso nos muestra como un astronauta a pie por un planeta con más gravedad que la tierra tarda menos en llegar a un punto concreto que una nave aérea de corto alcance simplemente para crear una escena de acción absurda con la que complacer a su público.
Lo que está claro es que Nolan no es un buen director de actores, nunca lo ha sido, pero jamás ha quedado tan patente como en el caso que nos ocupa en el que a pesar de contar con un reparto excepcional encarnando unos personajes, que en la mayoría de los casos están bien construidos, no consiguen extraer de ellos unas interpretaciones del nivel a que nos tienen acostumbrado.
El mismo director ha reconocido su devoción por “2001, Una odisea en el espacio” (“2001, A space odissey” 1968, Stanley Kubrick) y se nota en la película en varios momentos. Uno de ellos es el uso de música clásica en las escenas en las que se ve a la nave en su viaje por el espacio, que nos remite a las escenas más famosas de la película de Kubrick. Otro es el diseño de los robots que acompañan a los astronautas en su viaje (otro acierto del film) que se asemejan muy claramente al monolito que aparecía en “2001, Una odisea del espacio”.
Hay un detalle que me ha llamado la atención, pero que no se si Nolan lo ha hecho conscientemente. Como ya he dicho, la situación del planeta hace que la mayoría de la gente vuelva a los orígenes de la humanidad convirtiéndose en granjeros para poder subsistir, como hicieron en su día los pioneros del pueblo americano. Igualmente, en un momento dado, Nolan vuelve a los orígenes del cine mediante una escena larguísima construida a base de un montaje paralelo (alternando tomas de los astronautas con tomas de lo que sucede en la Tierra), el cual crea una tensión añadida al espectador y que era la marca de fábrica de D. W. Griffith, principal pionero del cine estadounidense autor de obras como “El nacimiento de una nación ” (The birth of a nation”, 1915) o “Intolerancia” (“Intolerance”, 1916).
En definitiva, se trata de una buena película, que podría haber sido mucho mejor si su director no insistiese en cometer siempre los mismos errores película tras película. pero que de todas formas contiene momentos de gran belleza visual y emocional. Momentos a los que Nolan no consigue sacarles todo el provecho para, gracias a ellos, crear una obra para el recuerdo.
Gabriel Menéndez
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