Hay temas que nunca son gratos a la hora de hablar de ellos, escribir sobre ellos o plasmarlos en una pantalla de cine. Uno de ellos es el de las enfermedades degenerativas en la vejez y otro es el de la eutanasia, prohibida y condenada en muchos países, pero que resulta una salida digna para estas personas frente al sufrimiento que les espera a ellos y a sus familiares. Por ello, resulta doblemente sorprendente la naturalidad y frescura con que son tratados estos temas en “La fiesta de despedida” (“Mita tova”, 2014), película israelí ganadora de los premios a mejor película y mejores actrices en el pasado festival de cine de Valladolid.
El argumento es el siguiente: Un grupo de ancianos, que conviven en una residencia para personas de la tercera edad, deciden diseñar una máquina para que un amigo suyo, enfermo terminal, pueda practicarse él mismo la eutanasia. Tras ello, se corre la voz por la residencia y las solicitudes para poder usar la máquina se multiplican, lo que llevará a los ancianos protagonistas a plantearse dilemas éticos, morales y emocionales.
Lo primero que quiero destacar del film es su sentido del humor, entre lo más negro que yo haya visto en muchos años, pero que no te deja esa sensación de culpabilidad que te suele dejar dicho humor, ya que la ternura que desprenden los personajes protagonistas es infinita, por lo que la oscuridad se desvanece poco a poco, en una sucesión de gags que hacen que no puedas parar de reir hasta que llega un momento que dejas de reir y las lágrimas pugnan por salir al exterior.
Los cinco actores protagonistas están todos estupendos en sus papeles, destacando entre ellos Ze’ev Revach como el inventor de la máquina y Levana Finkelshtein como su mujer. Especialmente esta última, la cual desarma al espectador más riguroso con su ternura y naturalidad al interpretar el papel más difícil del film.
La película está dirigida y escrita a cuatro manos por Tal Granit y Sharon Maymon (ver foto), los cuales han dado con la tecla justa para crear una película que puede satisfacer a todo tipo de público y a la que quizás solo se la pueda achacar una dirección bastante plana, que no deficiente pero sí quizás excesivamente simple. Sin embargo en los demás aspectos su trabajo alcanza un notable alto como mínimo, destacando también un ritmo constante a lo largo del film que hace que el interés del espectador hacia el mismo no decaiga en ningún momento.
Como decía al principio, es muy de agradecer que se haya tratado el tema de la eutanasia en un país tan religioso como es Israel y en el que, como en la mayoría de los países, está prohibida y penada por la ley. Y el hecho de que se muestre con humor y frescura hace que se desdramatice y la gente pueda hablar de ello de forma más natural, sin prejuicios. Y si queréis saber mi opinión, en un estado libre y democrático también debería ser libre la forma en que uno decide como morirse si con ello se evita su propio sufrimiento y el de sus seres queridos.
Pero no es el único tema conflictivo que se toca en esta película, ya que también nos encontramos con que dos de los ancianos personajes masculinos principales son homosexuales, los cuales llevan su relación a escondidas (uno de ellos incluso está casado y tiene mujer, hijos y nietos) y no se plantean hacerlo de otra manera, ya que es lo que han tenido que vivir toda su vida, debido a la represión social que sufrían los homosexuales durante la época en que ellos eran más jóvenes.
En definitiva, se trata de una película que debería abrir muchas mentes cerradas a todo lo que tenga que ver con la eutanasia, una película que dispara las emociones en el espectador y una película que trata un tema muy doloroso y terrible (al que la mayoría de nosotros estamos abocados) y que consigue sin embargo que el público se ría sin complejos con este grupo de ancianos, que constituyen un quinteto de la muerte muy peculiar.
Por desgracia su estreno en España no está previsto hasta el 27 de Marzo de 2015 y me temo que su distribución será bastante reducida al tratarse de una película israelita, país cuya cinematografía es prácticamente desconocida en nuestro país. Por mi parte os recomiendo que hagáis todo lo posible por ver esta pequeña joya, estoy seguro que no os arrepentiréis.
Gabriel Menéndez Piñera
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