Uno de los mejores recuerdos que tengo de mi infancia es ir al cine en Navidades, con mis padres primero y con mi hermano mayor y mis primos después. Por ello intento todos los años por estas fechas llevar a mi hija al cine, preferiblemente a ver una película de Disney, ya que dichas películas nos recuerdan valores familiares que no por caducos, dejan de ser entrañables. Mi hija tiene ya once años y se que cada vez me quedan menos navidades para ir al cine con ella y menos para ver películas Disney (ya tuve que convencerla este año para no ir a ver “El club de los incomprendidos”) por lo que este año he disfrutado doblemente de la experiencia, ayudado sin duda porque la película que vimos, “Big hero 6”, es una joya de la animación.
El argumento es el siguiente: Hiro y Tadashi son dos hermanos huérfanos que viven en San Fransokyo (mezcla de San Francisco y Tokyo), ambos son unos genios de la robótica, pero con ideas distintas sobre el uso que dar a los mismos. Cuando Tadashi muere en un incendio, deja a su hermano bajo los cuidados de Baymax, un robot enfermero hecho de vinilo que no sólo le cuidará físicamente, si no también en el plano emocional. Hiro reclutará a cuatro compañeros de su hermano en el instituto de robótica para formar un grupo de superhéroes y atrapar al ladrón de sus novedosos mini robots.
Como habréis leído la historia no es nada original, ya que la Disney nos vuelve a mostrar la tan manida historia de pérdida de un ser querido y superación de la misma que ya nos mostró en clásicos como “Bambi” (1942) o “El rey león” (“The lion King”, 1994). Sin embargo, la originalidad y la imaginación que tanto echamos de menos en la mayoría de las películas actuales están muy presentes en este filme. La estrella de la película es el robot enfermero Baymax, una criatura adorable que roba el corazón a los espectadores y que ya es una estrella más en el firmamento Disney. No sólo es original el personaje en sí, su diseño es rompedor y parece increíble que pueda transmitir tantas emociones a través de la pantalla un personaje que no tiene casi rasgos en su cara. La otra gran baza del film son los micro robots ideados por Hiro, grandísima idea argumental que da muchísimo juego y que genera algunas de las escenas más impactantes de la película.
Este es el primer largometraje que surge de la compra por parte de Disney de la factoría Marvel y sinceramente han dado en el clavo. Sabedores de que las películas de superhéroes clásicos de Marvel en imagen real están dando buenos resultados económicos (de los artísticos prefiero no hablar, para no herir susceptibilidades), han escogido unos personajes poco conocidos y bastante recientes para darles el empujón comercial que necesitaban y convertirlos en algo reconocido en todo el mundo.
Técnicamente la película es apabullante, tanto la animación como el sonido te absorbe por completo. Destacaría dos escenas por encima de las demás, la presentación de los mini robots en la feria de ciencia y la escena de persecución en coche por la ciudad. Además el ritmo es frenético durante toda la película, con una excelente mezcla entre las escenas de acción y las escenas cómicas protagonizadas por Baymax. En eso me quería detener un momento, ya que en esta película consiguen algo muy difícil de realizar, el humor es una constante en el film, un humor completamente blanco, pero de gran nivel, que hace que no sólo los niños se rían, si no que consigue sacar carcajadas del público adulto presente en la sala.
La película está dirigida por Chris Williams y Don Hall, los cuales han conseguido mejorar con creces los resultados técnicos y artísticos de sus anteriores películas para la Disney. El primero fue el responsable de “Bolt” (2008) y el segundo firmó la poco apreciable nueva versión de “Winnie the Pooh” (2011).
No faltan tampoco los homenajes, el más llamativo es el que se realiza a la película “Bullit” (1968, Peter Yates) en la persecución de los mini robots a los cinco jóvenes que huyen en un coche por las llamativas calles de San Fransokyo . Otro más difícil de pillar es el que se hace en un momento determinado en que Hiro se enfrenta al malvado de turno a la secuencia final en el molino de “EL doctor Frankenstein” (“Frankenstein” 1931, James Whale).
En conjunto, la película ofrece acción de todo tipo, humor, buen rollo, y un toque sentimental quizás no apto para los más pequeños de la casa (se pudieron escuchar a varios niños llorando en un momento determinado del filme). Yo no la recomiendo para niños menores de siete años, ya que la trama es algo enrevesada y la muerte está muy presente en toda la película.
Por supuesto se trata de una película que hay que ver en pantalla grande para poder captar los infinitos detalles en el dibujo de la ciudad y disfrutar del apabullante sonido envolvente de los cines. Para acabar, sólo puedo recomendar que llevéis a vuestros hijos al cine a ver esta película y si no tenéis niños con quien ir, podéis ir sólos a verla, os aseguro que no os defraudará
GABRIEL MENENDEZ
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