A veces sucede que la suma de buenos ingredientes no da como resultado una buena película, porque el ingrediente principal (o sea el director) no está a la altura del material que se le presenta. Este es el caso de “Suite francesa” (“Suite française”, 2014), película inglesa dirigida por Saul Dibb, que adapta el tardío best seller de Irène Nemirowsky y que cuenta con un excepcional reparto. Sin embargo la falta de talento de Dibb echa por tierra tanto la labor de éstos como del reparto técnico de la película.
“Suite francesa” está ambientada en la Francia recién ocupada por los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial y nos cuenta la historia de Lucille Angellier (Michelle Williams), la cual vive en una gran casa junto a su suegra (Kristin Scott Thomas), ya que su marido está luchando en el frente. Cuando los alemanes llegan al pueblo donde viven, un oficial (Matthias Schoenaerts) es asignado como su inquilino mientras dure la ocupación de la zona.
El argumento se centra casi básicamente en la relación entre los tres protagonistas, dejando muy poco espacio a personajes secundarios que merecían haber tenido un poco más de atención por parte de los guionistas Matt Charman y el propio director. Aún así la historia resulta medianamente interesante, especialmente porque dentro del cine ambientado en la Segunda Guerra Mundial, el tema de la ocupación en los pueblos ha sido escasamente tratado. Sin embargo las dos cintas que he visto sobre este tema son de una calidad infinitamente superior a la que nos ocupa. Me regfero a “Esta tierra es mía” (“This land is mine” 1943, Jean Renoir) y sobre todo la que más se parece en cuanto a temática a “Suite francesa” es “El silencio del mar” (“Le silence de la mer” 1949, Jean Pierre Melville), en la que un oficial nazi se hospeda en la cabaña en la que viven un anciano y su sobrina.
El desarrollo de la historia se produce a buen ritmo, sin embargo poco a poco empieza a dejar de interesarnos esta historia de amor imposible ante la simpleza con la que se nos cuenta. Además, detalles incongruentes del argumento y una escena final que roza el ridículo hacen que baje aún más la nota de la película.
En cuanto al reparto, la verdad es que la impresión que dan tanto Michelle Williams, como Matthias Schoenaerts y Kristin Scott Thomas es que actúan únicamente para cubrir el expediente, especialmente la actriz británica. No hay transmisión en su actuación, no conectan entre sí ni existe la más mínima tensión dramática, lo cual en intérpretes de este calibre cabe achacar la culpa al director de la película que no ha sabido como llevar a estos actores a un trabajo reseñable.
Respecto a la dirección de Saul Dibb, considero su trabajo totalmente fallido, su dirección es plana, sin personalidad, no pienso que haya nada destacable en ella. Si no fuera porque estaba en una sala oscura con más gente, hubiese pensado que estaba viendo un telefilme de sobremesa con los que nos castigan las televisiones nacionales todos los fines de semana. No quiero alargarme más en criticar negativamente su trabajo, pero ciertamente me voy a pensar bastante volver a ver alguna otra película de este director británico.
Sinceramente, creo que es una película fácilmente olvidable, pero que no desagrada en su visionado si lo único que le pides a una película es que te cuente una historia medianamente interesante. En ese caso cumple con su cometido, narrando aspectos de la vida en Francia lejos del frente durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo yo le pido mucho más a una película por lo que no puedo recomendar su visionado, por mucho que me gusten las historias ambientadas durante la guerra.
Gabriel Menéndez Piñera
Comentarios recientes