Cuando te cruzas en tu vida con una persona por la que llegas a sentir un amor muy especial, nunca olvidas momentos concretos de tu relación con esa persona. El momento en que os conocisteis; la sensación, al hablar con ella, de que esa persona también está mostrando interés por ti; el nerviosismo que te atrapaba al estar cerca uno del otro. “Carol” (2015, Todd Haynes) explora todo eso y mucho más al mostrarnos el amor que surge entre dos mujeres en la Norteamérica de los años 50 del pasado siglo.
La película nos narra la relación que surge entre Therese (Rooney Mara), una joven dependienta que aspira a ser fotógrafa, y Carol (Cate Blanchett) una mujer adinerada en trámite de divorcio y con una niña de cuatro años. Therese y Carol tendrán que luchar por su amor, enfrentándose contra las convenciones de una sociedad que no acepta una relación como la suya.
Todd Haynes ha conseguido una obra con una sensibilidad extrema, una maravillosa mirada al universo femenino a través de todos los medios que componen una película. La base de todo ello es la novela de Patricia Highsmith, titulada originalmente “El precio de la sal” y de la que el guionista Phyllis Nagy ha extraído la esencia, transformando la perspectiva unidireccional de la misma en un intercambio de puntos de vista entre las dos protagonistas que la hace aún más atrayente para el espectador.
Difícil hacer una gran película con este material de base si no se tienen dos grandes actrices para dar vida a Therese y Carol. Todos conocemos el talento de Cate Blanchet, del cual vuelve a hacer gala de nuevo, creando una Carol tremendamente femenina, la cual tiene que lidiar con el dilema entre tener que escoger entre Therese y su hija. Una interpretación de mujer madura, llena de sensualidad y con una gran personalidad. Al otro lado aparece Rooney Mara, la cual es para mi el mayor descubrimiento de la película, no porque no la conociera, si no porque no esperaba ni de lejos que lograra en toda su carrera una actuación como la que consigue al ponerse en la piel de una Therese que destila inocencia y determinación a partes iguales. Una chica pretendida por hombres, pero que se enamora de otra mujer y este sentimiento contrario a la sociedad bien pensante le ayudará también a tomar decisiones que hasta entonces no se había atrevido a llevar a cabo.
Finalmente, pero no menos importante, aparece la labor de Todd Haynes como aglutinador de todo lo que aparece en pantalla. La sensibilidad femenina está presente durante todo el metraje de muy variadas formas, a veces mediante una puesta en escena elegante y que usa muchos puntos de vista de la cámara a través de cristales. Otras veces la cámara se mueve sinuosa entre los personajes emulando el caminar de una mujer entre sus semejantes, aunque muchas veces se acerca a los personajes, creando primeros planos muy cerrados, como intentando consolarles en sus dramas personales.
Todo esta labor conjunta logra algo muy difícil en el mundo del cine, que el espectador crea en todo momento lo que está viendo en pantalla, manejándose increíblemente bien en la fina línea que separa el drama estilizado con el melodrama exacerbado. En “Carol” no hay grandes escenas lacrimógenas, ni repentinos giros que solucionen el problema, hay una constante exposición de los sentimientos de estas dos mujeres que se aman y que lucharán por su relación, asumiendo las consecuencias de dicha lucha.
No es la primera vez que Todd Haynes realiza un film ambientado en la pacata sociedad norteamericana de los años 50. Ya en 2002 el director norteamericano nos presentaba “Lejos del cielo” (“Far from heaven”) y en el que se nos narraba no sólo un amor homosexual (esta vez entre dos hombres), si no que también aparecía el concepto de amor interracial entre una mujer blanca y un hombre negro. Excelente film, que nos remitía al universo de los melodramas realizados en aquella década por el director Douglas Sirk, por lo que el colorido era mucho más brillante que en la obra que nos ocupa en esta ocasión.
Este film está nominado a seis Oscars, mejor actriz principal y secundaria (Blanchett y Mara respectivamente), mejor guión adaptado, banda sonora, fotografía y vestuario. Resulta totalmente incomprensible para mi que no haya sido nominada a mejor película ni mejor director, pero supongo que los prejuicios contra la homosexualidad siguen más presentes de lo que creía en pleno siglo XXI. Allá la Academia y la gente que no ve más allá de las películas premiadas en una ceremonia que cada vez es más un mercado de acciones.
En definitiva, “Carol” consigue transmitir verdad a través de los sentimientos, desarrollar arte a través de la estilización máxima de la puesta en escena, mostrar una estética pasada a través de una obra para el futuro y crear una sensación de afinidad infinita con las dos mujeres protagonistas. Sólo me queda recomendar fervientemente el visionado en sala de esta maravillosa película, espero que ustedes hagan lo mismo cuando la vean.
Gabriel Menéndez Piñera
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