El director coreano Park Chan-wook siempre se ha mostrado como un director al que le gusta juguetear tanto con sus personajes como con el espectador. Con “La doncella” (“Ah-ga-ssi”, 2016), su último trabajo, lleva esta premisa casi hasta sus últimas consecuencias. Mediante una narración que se nos muestra a partir de los diferentes puntos de vista de los personajes principales, Chan-wook logra una maraña que se desenreda sóla al final de film y que, hasta llegar a ese punto, nos deja una serie de escenas tremendamente fluidas y de una belleza perturbadora.
La película nos narra como una joven (Tae-ri Kim) es contratada como doncella para atender a otra joven y bella heredera (Min-hee Kim), la cual vive aislada en una gran mansión a cargo de su tío (Jin-woong Ho), el cual pretende casarse con ella para heredar su fortuna. Sin embargo la verdadera misión de la doncella es facilitar el trabajo al falso conde Fujiwara (Jung-woo Ha), que en realidad es un buscavidas el cual, con la excusa de querer casarse con la joven heredera, pretende conseguir toda su fortuna.
La mayor baza del film es el excelso trabajo técnico realizado por el director coreano quien consigue una oda a la belleza y el erotismo, en la que las escenas fluyen constantemente de manera prodigiosa, con una suavidad casi etérea que te transporta a otro mundo y otra época al lado de dos bellísimas mujeres. Park Chan-wook consigue con este film su mejor obra hasta la fecha, gracias a una puesta en escena prodigiosa y a una transición entre escenas que parecen deslizarse ante nuestros ojos como si estuviéramos presentes junto a los protagonistas. De esta forma, se podría decir que ha conseguido una obra prácticamente redonda.
El guión está firmado por el propio director junto a Jung Seo-kyung, el cual está basado en la novela escrita por Sarah Waters. Como dije al principio, nos cuenta la historia de forma fragmentada, de forma que al espectador se le oculta información siempre hasta llegar a la conclusión de la historia. Pero eso mismo le sucede a todos los personajes del film, los cuales resultan engañados entre ellos y, al igual que los espectadores, son meros títeres en manos del director. Este hecho por un lado resulta una rémora para el film ya que los espectadores nunca tienen opción de descubrir el engaño al que son sometidos, debido a la información que se les oculta.
Respecto a los actores y actrices protagonistas, su labor es muy correcta durante todo el metraje, pero su labor queda empequeñecida ante el laberíntico guión y el excelso trabajo técnico presente en el film. A pesar de ello, nada malo se puede decir de su trabajo, el cual no es fácil dado todo lo que rodea a su actuación.
Otro de los aciertos de la película es el progresivo erotismo que se nos muestra en la misma. Comienza de manera muy sutil, apenas mostrando piel en las escenas sexuales que se suceden al comienzo del film, pero que va creciendo progresivamente hasta llegas a un momento culmen casi al final del mismo. De esa forma Park Chan-wook alimenta de forma exponencial el deseo por parte del espectador hacia las dos actrices protagonistas, de tal forma que llega un momento en que en la sala de cine se puede mascar la tensión sexual que estas dos bellísimas actrices han conseguido transmitir a la platea.
Su larga duración (casi dos horas y media) no llega a cansar, debido al alto ritmo que mantiene la narración a lo largo de la misma. Constantemente se nos desvelan actitudes y aspectos de los personajes que se nos habían ocultado, con lo que el entretenimiento es permanente. Así mismo, la belleza de muchas de sus escenas hacen que el espectador disfrute de un espectáculo visual casi sin precedentes.
Con una estructura narrativa similar a “Los odiosos 8” (“The hateful eight” 2015, Quentin Tarantino) el film entretiene y maravilla a partes iguales. Una nueva muestra del buen hacer del cine asiático en la actualidad, el cual no llega a nuestras pantallas con la asiduidad que se merece. Pero eso es algo que pasa con todo tipo de cinematografías, a excepción claro está de la que viene de Hollywood que tiene carta blanca para aposentarse en nuestras carteleras una semana tras otra.
Gabriel Menéndez
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