Me costó empezar a escribir esta crítica de “Wonder wheel” (Woody Allen, 2017) porque ¿Qué sentido tiene analizar el último trabajo hasta el momento de alguien que, como Allen, ha proporcionado a la historia del cine tantas obras maestras?. Todo lo que pueda opinar sobre este film se va a ver influenciado por el enorme cariño que le profeso a este neoyorquino, que a sus 82 años sigue escribiendo y dirigiendo una película cada año y que, mantiene un más que digno nivel en cada una de ellas. De todas formas ahí voy, que la noria siga girando.
Ginny (Kate Winslet) es una antigua aspirante a actriz, hoy camarera en un local de hostelería del Coney Island de los años 50 del pasado siglo. Su segundo marido Humpty (Jim Belushi) es el encargado del carrusel y, aunque en su día sacó a Ginny del arroyo, no es precisamente el gran amor de ésta. Además, de pronto aparece en su vida Carolina (Juno Temple), la hija de Humpty que viene huyendo de su marido, un gangster de poca monta. Por ello, cuando Ginny conoce a Mickey (Justin Timberlake), el salvavidas de la playa, comienza un romance secreto con el que espera reconducir su vida.
Si por algo destaca de forma especial esta película es por su bellísima fotografía, a cargo del maestro Vittorio Storaro, la cual se caracteriza por unos colores sobresaturados que remarcan sobre todo esos eternos atardeceres de verano frente al Océano Atlántico. Así mismo, unidos al uso de primerísimos planos de los personajes principales, nos muestran la carnalidad de la trama y de sus personajes, los cuales sufren sus debilidades a flor de piel constantemente.
Esta iluminación tan forzada, unida a una trama dramática centrada en un personaje femenino, hace que en esta ocasión Allen se de la mano con otro maestro del cine, Douglas Sirk. Esto es así de tal forma que hay momentos en que la mente del espectador se dispara e imagina estar en un cine de barrio 50 años atrás disfrutando de películas como “Escrito sobre el viento” (“Written on the wind” 1956, Douglas Sirk) o “Imitación a la vida” (“Imitation of life” 1959, Douglas Sirk).
Allen vuelve a centrar su trama en un personaje femenino muy complejo, una mujer de carácter volátil, pero con un eterno sentido de la responsabilidad. Y ahí aparece Kate Winslet para hacerse con el personaje, el cual le va como anillo al dedo, como sólo ella sabe hacerlo. La actriz destaca especialmente ante el escaso nivel de todos los demás intérpretes del film, los cuales no llegan ni de lejos a la altura de la actriz principal. Sólamente un Jim Belushi, que resurge de sus cenizas como actor, se muestra capaz de enfrentarse a una Kate Winslet que apunta a todos los premios de este año con este trabajo.
Respecto a la dirección, quizá sea uno de los mejores trabajos de Allen de los últimos años en ese aspecto. Hay planos en los que la cámara está colocada en el sitio perfecto y largos planos secuencia muy complicados de realizar y que, sin embargo, Allen ejecuta con maestría. La puesta en escena también es sobresaliente, en un film al que le faltan algunos detalles para llegar a ser una de las grandes obras del maestro neoyorquino.
La ambientación es también magnífica, recreándose un verano en el Coney Island de los años 50 de forma excepcional. Todos los decorados, trajes, atrezzo, etc ayudan a crear esa ambientación de como se vivía en USA hace más de 60 años, cuando Allen era un adolescente, lo cual hace que recuerde esa época con nostalgia.
Quizás el punto débil del film (para tratar se de una película de Woody Allen) es la falta de ritmo en algunos momentos y el escaso nivel de los diálogos en escenas puntuales. Esto hace que la película no llegue a ser una obra mayor dentro de la extensa filmografía del director. Una pena, porque en “Wonder wheel” mejora algunos de los aspectos técnicos que en sus últimas obras habían quedado a un nivel inferior.
En “Wonder wheel” encontramos muchas de las obsesiones propias del director, tales como su pasión por el cine clásico, el amor en todas sus formas, la mafia estadounidense, el psicoanálisis, la música, etc. Es sin duda, un compendio de muchas de sus anteriores obras, aunque tratadas en este caso con mayor crudeza, pasión, realismo, más Douglas Sirk en definitiva.
La noria del título, muy presente físicamente durante muchas partes del film, se torna en representación de las vueltas que da una vida a la que no se le puede echar el freno. Como una noria que sigue girando con nuevos personajes que se suben contigo en tu cabina, cambiando tu vida por completo para bien o para mal.
Gabriel Menéndez
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