Hay películas que te llegan hasta lo más hondo, propuestas cinematográficas que se complementan con tu manera de entender el cine y la vida. Cuando tienes algo así enfrente de tus ojos, lo mejor que se puede hacer es disfrutar la experiencia y sacar de ella el máximo posible. Este es el caso de “Call me by your name”, la última película del director italiano Luca Guadagnino, la cual es, sin dudarlo, una de las mejores películas de la década.
Elio Perlman (Timothée Chalamet) pasa el verano de 1983 y de sus 17 años en Italia con sus padres, en una vieja casa familiar. Su padre (Michael Stuhlbarg), arqueólogo, recibe como alumno en prácticas ese verano a Oliver (Armie Hammer) un joven norteamericano que enseguida impresiona al joven Elio, cuya mayor ocupación ese verano iba a ser la lectura y la transcripción de partituras musicales.
No puedo empezar por otra cosa que no sea por señalar la tremenda inteligencia con la que está construido el film por parte de Luca Guadagnino. Todo está medido de una forma increible, mostrando lo justo en cada momento. Todas las escenas están trabajadas muy intensamente y construidas con un gusto exquisito. No sólo eso, todo el tiempo se desprende una atmósfera entre nostálgica y filosófica que envuelve al espectador, transportándolo a un mundo mejor, lleno de gente culta, responsable, divertida, sexy, personas con la mente abierta y que disfrutan de la vida sin artificios químicos ni falsas quimeras.
La película no sería la misma sin la actuación del joven Timothée Chalamet, el cual da toda una lección de precocidad interpretativa, al dar vida a este joven complejo, con un magnetismo que reside tanto en su físico como en su tremenda inteligencia y cultura. Una actuación de enorme mérito, ya que además lleva sobre sus hombros la mayor parte de las escenas de la película y que le ha valido (de momento) una nominación al Oscar al mejor actor protagonista. Junto a él Armie Hammer le da una réplica casi perfecta, pero son los padres del protagonista, interpretados por Amira Casar y Michael Stuhlbarg, los que ponen la guinda en una labor interpretativa conjunta de altísimo nivel.
El guión, firmado por el director y guionista James Ivory y el propio Luca Guadagnino, basado en la novela de André Aciman, fluye a través de los 130 minutos de duración de la película de forma creciente e intensa. Nos va mostrando la evolución del personaje protagonista y su progresivo acercamiento a Oliver sin prisa, con toda la calma que tiene un jovén de 17 años en un largo verano sin demasiadas expectativas. Un guión con mucha simbología, en el que las puertas (abiertas o cerradas) significan mucho más de lo que parece, tal y como Lubitsch de forma maestra nos mostraba hace muchísimos años.
Uno de los muchísimos hallazgos del film es lograr mostrar lo que es un verano para un joven de 17 años en un pueblo. Un verano que se construye a base de monotonía, pero que siempre contiene algunos retazos de vida que nunca saldrán de su cerebro. Un verano, en el que la aparición de alguien especial puede marcarle para siempre y en el que en un par de meses el joven protagonista madurará varios años de forma repentina.
La confusión sexual, la indolencia veraniega, el ardor de la juventud, la sensualidad arrebatada, el amor en todas sus vertientes, la música como hilo conductor de momentos inolvidables, la lectura, la vida, las decisiones transcendentales de la vida, la amistad más allá de lo que esa palabra pueda significar. Todo está en “Call me by your name”, todo y muchas más cosas que cada uno sacará de la película.
Deteniéndome un poco más en la labor de Luca Guadagnino como director, quiero resaltar varias cosas más. El ritmo de la película es lento al principio creciendo poco a poco para finalizar en una cascada de escenas majestuosas, especialmente las dos últimas (separadas entre sí por varios meses). Dos lecciones de cine y de vida separadas por escasos minutos. Así mismo, la puesta en escena es tremendamente variada a lo largo del film,de forma que no se repite apenas la posición de la cámara ni su punto de vista.
La cámara se mueve poco y de forma sinuosa, despacio, como los días de verano bajo el sol italiano. Pero cada vez que lo hace nos muestra el gran talento de un director que ya había dado muestras de su capacidad para reflejar personajes complejos en su anterior film “Cegados por el sol” (“A bigger splash”, 2015). Desde luego a partir de ahora se le va a recordar por esta película, que marca un antes y un después en la carrera de este director del que seguiremos esperando grandes obras como ésta.
Yo no puedo hacer otra cosa que recomendar que vayan a ver “Call me by your name”, porque la verán en el cine, pero la seguirán viendo en el coche camino de casa, la verán en la cama esa noche y la seguirán viendo en su cabeza durante varios días.
Gabriel Menéndez Piñera
Excelentes palabras, aunque tengo que admitir que me resultaron pocas. Me gustaría leer un análisis profundo de la cinematografía de este film y este fue el que más se le acerca..