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Green Book

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“Green book” es un buen ejemplo de por qué el cine es tan grande, tan universal y tan variado. Una propuesta como ésta, del antaño escatológico Peter Farelly, cuya principal característica es quedarse en medio de ninguna parte, funciona, sin embargo, como un reloj suizo a la hora de calar entre todo tipo de audiencias. Se trata de una “feel good movie”, con pareja protagonista cuyas vidas son totalmente ajenas la una de la otra, situación vista cientos de veces en films pretéritos. No obstante, la calidad de varias de las partes que la conforman,  hace que ésta sea un buen ejemplo de película  que, desde la actualidad, mira al Hollywood más clásico, en cuanto a su planteamiento y al desarrollo del mismo.

La película transcurre en el Nueva York de los años 60, donde Tony “Lip” Vallelonga (Viggo Mortensen) un italoamericano de manual, es contratado por Don Shirley (Mahershala Ali) como su chófer, durante una gira de conciertos que va a dar por el sur de Estados Unidos. Hasta ahí todo normal, si no fuera porque Don es de raza negra y por aquella época no era nada normal, en determinados estados, que un pianista negro fuese  el invitado estrella en las reuniones de las mansiones del sur y que además fuese un hombre blanco el que le hiciera de chófer.

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Precisamente el título de la película hace referencia a un librito verde, que se vendía a las personas de raza negra que iban a viajar por el sur del país y en que se les indicaba los sitios en que los afroamericanos se podían alojar y comer, sin tener problemas con sus conciudadanos de tez más clara.

Lo primero que me gustaría remarcar es que la película está basada (libremente) en hechos reales. El guión está escrito por el director Peter Farelly en colaboración con Brian Hayes Currie y Nick Vallelonga, el hijo del personaje interpretado por Viggo Mortensen. Guión en el que se han suavizado bastante los hechos acaecidos durante aquel largo viaje, que ayudaron a forjar una amistad inquebrantable, entre el rudo italiano y el sensible pianista afroamericano.

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Ambos personajes están representados en la película de forma maravillosa por dos actores en estado de gracia. Tanto Mahershala como Viggo realizan una gran labor interpretativa y la química entre ambos es espectacular. Tal es así, que la película en un principio iba a ser bastante más dramática, pero la conexión entre ambos actores y las bromas que surgían durante el rodaje, hicieron que el tono de la película derivase progrsivamente más hacia la comedia. A ambos les acompaña una deliciosa Linda Cardellini, en el papel de la esposa de Tony y receptora de las cartas que su marido le escribe durante el viaje.

Pero más que las actuaciones, lo realmente destacable de la película es la excelente producción. Todo, absolutamente todo, encaja como un guante en esta historia de amistad. Las calles del Bronx, los parajes del sur, las mansiones lujosamente decoradas, los garitos de carretera, todo ello resalta durante las más de dos horas de duración del film. Un trabajo excepcional que ayuda en gran manera a que la película conecte con el público y a que éste se siente como en un film del Hollywood clásico, de esos que te dejaban con una sonrisa perpetua en la cara.

En el otro lado, nos encontramos con un trabajo de dirección de Peter Farelly bastante mediocre, si lo comparamos con el resto de las piezas de la película. Farelly se limita a rodar a sus protagonistas y a los parajes que visitan en su viaje, pero sin ningún tipo de calidad artística en la puesta en escena o en los movimientos de cámara. Es una pena, que le falte ese toque autoral a “Green book”, el cual junto con una mayor vehemencia de su mensaje, podía haber creado una obra mucho mayor de la que finalmente es.

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Como anécdota curiosa, me encanta decir que Tony “Lip” Vallelonga fue actor ocasional en algunas de las mejores películas americanas de los años 70. Aparece brevemente en obras como “El padrino” (“The godfather”, 1972 Francis Ford Coppola), “Tarde de perros” (“Dog day afternoom” 1975, Sidney Lumet) o “Toro Salvaje” (“Raging bull” 1980, Martin Scorsese) además de otras películas en los 80 y 90. Así mismo ya en este siglo, participaría en la serie de televisión “Los Soprano”, como no podía ser de otra manera.

Dejo para el final un aspecto que me llamó mucho la atención y es el apartado de la música. Reconozco que a pesar de ser un amante del Jazz, no había oído nombrar en mi vida a Don Shirley. Por ello, la sorpresa que me he llevado durante el visionado de la película ha sido mayúscula, al descubrir a este músico genial que, al igual que hacía la inmortal Nina Simone, mezclaba la música clásica con el Jazz de forma maravillosa.

En definitiva, “Green Book” no es la mejor película de 2018, a pesar de haber recibido el Oscar a mejor película, pero es una película muy agradable, con una producción fantástica y que me ha hecho descubrir a un músico de jazz al cual no conocía. Sólo por esto último ya tiene todo mi respeto, pero como he dicho antes, además tiene otras muchas virtudes que la hacen bastante recomendable.

Gabriel Menéndez Piñera

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