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El crack cero

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En el año 1981 el director español Jose Luis Garcí sorprendió a público y crítica al realizar un film de cine negro (algo nada habitual en nuestro cine hasta entonces, salvo honrosas excepciones) y además protagonizado por un Alfredo Landa que, había habitado casi perennemente en el género cómico tan prolífico (antes y ahora) en nuestro cine. Tras una secuela, al mismo nivel que su predecesora, dos años más tarde, ahora nos regala con “El crack cero” (2019) una nueva historia del detective Germán Areta, esta vez ambientada en noviembre de 1975 (seis años antes de “El crack”),  cuando el personaje daba sus primeros pasos como detective privado, tras su dimisión del cuerpo de policía.

Mientras España asiste temerosa al próximo fallecimiento de Francisco Franco, Germán Areta (Carlos Santos) recibe el encargo de investigar la muerte de un conocido sastre, Narciso Benavides,  acaecida unos meses antes y que la policía calificó de suicidio. Junto a su secretaria Moli (Luisa Gavasa) y su nuevo ayudante “Moro” (Miguel Angel Muñoz), comenzarán su investigación dirigida principalmente a aquellas personas que podían tener razones monetarias o pasionales para asesinar al difunto sastre.

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Lo primero que hay que comentar es que la película sigue paso por paso la misma estructura que sus dos predecesoras. Esto no se si es bueno, malo o peor, pero la verdad es que resulta llamativo la reiteración en el mismo tipo de historia, en la que suceden las mismas circunstancias que en las anteriores entregas. Sin embargo en esta última, le falta algo muy importante en las películas y en el boxeo, que sí tenían las anteriores. Hablo de la pegada, de la capacidad para sorprender o conmocionar al espectador con lo que sucede en la pantalla. Como el propio Areta comenta en una escena, refiriéndose a un boxeador, si no tienes pegada da igual todo lo demás.

La estructura de las tres películas se puede equiparar al desarrollo del combate que el personaje de Rocky el barbero,  contaba a Areta en el primer crack, en la que Rocky Marciano disputaba el título mundial de los pesos pesados. Tras unas escenas de tanteo, el contrincante de Areta comienza a golpearle cada vez más fuerte, llegando a darle donde más le duele y tirándolo a la lona. Sin embargo, cuando parece que ya está derrotado, Areta resurge y, tomándose la justicia por su mano, gana el combate por K.O.

Otro aspecto que me llamó mucho la atención es la ausencia de escenas nuevas rodadas en exteriores, algo debido sin duda, al escaso presupuesto con el que se ha realizado la película. Todas las escenas que aparecen del Madrid de hace 40 años, son tomas de las anteriores películas de la trilogía o de otras películas de Garci. Incluso en una de esas tomas al final de la película se vislumbra a Alfredo Landa al volante de su vehículo, algo que se echa de menos en esta nueva entrega en el personaje interpretado en esta ocasión por Carlos Santos.

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El mayor reto al que se enfrentaba esta nueva historia del detective madrileño era encontrar a un actor que hiciese olvidar al espectador el excelso trabajo realizado en su día por Alfredo Landa. Y en este caso, el examen ha sido superado muy satisfactoriamente, ya que Carlos Santos se imbuye en el personaje, sin copiar apenas los gestos de su predecesor. Así mismo Miguel Angel Muñoz nos regala un “Moro” fresco, simpático y muy creíble. Ambos actores además nos presentan unos personajes más “limpios”, con una mirada más pura en la que no ha habido el sufrimiento que se percibe en dichos personajes unos años más tarde.

Sin embargo algunos de los personajes secundarios no han tenido la misma suerte con los actores que los interpretan, siendo el principal perjudicado el personaje de Rocky el barbero, interpretado en esta ocasión por un Luis Varela, demasiado mayor para este personaje y al que no pilla el punto en ningún momento.

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Tecnicamente la película es bastante desigual, ya que las escenas carecen de continuidad y la ya mencionada ausencia de escenas en el exterior lastra el ritmo de la película. Aún así hay algunas escenas en las que se puede ver el talento de Garci para la colocación de la cámara y para mover ésta con estilo.

Las referencias a la literatura y el cine negro son numerosas, pero en los últimos minutos hay dos que quiero destacar. Una es un homenaje muy claro al film “Tener y no tener” (“To have and have not” 1944) cuyo director Howard Hawks siempre ha sido de los preferidos del director español. Así mismo, el último plano me ha recordado muchísimo a algunos finales de Woody Allen, también muy admirado por Jose Luis Garci.

En definitiva estamos ante una película que igual no hacía falta realizarla, pero que tampoco sobra en nuestra cartelera, ya que aporta un tipo de cine que ya no se realiza. Yo recomiendo su visionado, pero sobre todo si antes se ha visto recientemente las otras dos partes de esta trilogía que homenajea al cine negro en todos sus fotogramas.

Gabriel Menéndez Piñera

 

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