¿Se puede mezclar realidad y ficción en una película de tal forma que, llegado un momento, no sepas ya si estás viendo una fábula o el más duro de los documentales?. ¿Se puede realizar además con una técnica narrativa y visual al nivel de cualquiera de los mejores directores de la historia?. ¿Puede también dicha película involucrar al espectador y emocionarlo con todas y cada una de sus maravillosas escenas?. La respuesta a estás tres preguntas es afirmativa y se corresponde con una película rodada el pasado año 2020. Me refiero a “Nomadland” (Chloé Zhao), en la que la directora china llega a una cima, en su corta carrera, que veo difícil pueda llegar a superar algún día, aunque ojalá me equivoque.
Fern (Frances McDormand) ha perdido en pocos años a su marido y su trabajo. Debido a ello y a la total falta de expectativas laborales en la zona en la que vive, decide llevar una vida nómada a bordo de su autocaravana, trabajando de forma temporal en diferentes empleos a lo largo de toda la zona Medio Oeste de Estados Unidos. Durante su camino irá conociendo otros nómadas que la acompañarán en este viaje a la libertad, la cual sin embargo tiene un precio, que a veces puede resultar demasiado alto.
La película parte del libro “Nomadland: Surviving América in the Twenty-First century” escrito por Jessica Bruder y en el que se describen a estos nuevos nómadas, los cuales al igual que los primigenios indios americanos, montan campamentos temporales en las zonas en las que hay oferta de trabajo extra en fechas determinadas. A partir de esa base Chloé Zhao, autora del guión, nos narra la historia de Fern, en la forma vital de Frances McDormand, la cual comparte su labor actoral con auténticos nómadas tornados en intérpretes para la ocasión.
No se exactamente como describir la labor de Chloé Zhao como directora en “Nomadland” y la razón es que no conozco adjetivos lo suficientemente superlativos que hagan justicia a un trabajo que se podría considerar como perfecto. Todo, absolutamente todo está a un nivel excelso, empezando por una narrativa densa, profunda, que se toma su tiempo, con el objeto de introducir al espectador en un mundo al que es totalmente ajeno. Siguiendo por un uso de la cámara sencillamente colosal, el cual alterna primerísimos planos de los protagonistas, con panorámicas exteriores de una enorme belleza. Así mismo, el movimiento de la cámara es siempre suave, acompañando a la protagonista como una sombra silenciosa y consiguiendo escenas sobrecogedoras que llegan a emocionar de pura belleza técnica. Pero es que además, Chloé Zhao consigue algo reservado sólo a los más grandes, consigue meter al espectador en la autocaravana, de tal forma que la pantalla de cine desaparece y de repente te encuentras en medio del desierto, contemplando una puesta de sol inenarrable, tomando una cerveza que Fern te ofrece desinteresadamente, mientras te mira con media sonrisa y tú, sin saber exactamente por qué, rompes a llorar de emoción.
Es hora de hablar de Fern, es decir de Frances McDormand y de un trabajo como actriz que rompe todos los esquemas habidos y por haber. Sin apenas gestos y pocos diálogos, la genial intérprete consigue un personaje que va a permanecer en la memoria del espectador durante muchos años, por su sencilla complejidad, sus contradicciones y por reflejar de forma magistral la caída del sueño americano de finales del siglo XX, así como la vuelta a las raíces de dicho sueño, las de los pioneros que atravesaban el país en sus carromatos, en busca de una vida mejor. No quiero olvidarme de Dave, su compañero de fatigas en gran parte del film, interpretado por David Strathairn, uno de los actores más infravalorados de las últimas décadas. David consigue mantener el tipo en todo momento, frente a su compañera de reparto y nos regala un personaje bueno y dulce, pero con mucha personalidad.
Al igual que hiciera en su anterior película “The rider” (2017), Chloé Zhao utiliza como actores a los protagonistas reales de la historia que nos quiere contar. Si en 2017, eran los cowboys de rodeo los que se ponían frente a la cámara, en esta ocasión son verdaderos nómadas a los que la directora saca muy buenas interpretaciones, en otro aspecto de su descomunal talento, el cual me tiene hablando sólo por las noches.
En definitiva, “Nomadland” es una de las mejores experiencias que he tenido en una sala de cine, un torrente de emoción y talento, en el que además se nos cuenta una historia que merece la pena conocer. Sinceramente, desde John Ford no había visto a nadie controlar la posición de la cámara en exteriores, a un nivel tan alto como Chloé Zhao consigue en esta película. No puedo si no recomendar a todo el mundo que deje a un lado, aunque sea por un día, todas esas obligaciones que nos hemos construido para llenar nuestra vida y se introduzca durante dos horas en una autocaravana que circula a lo largo de territorio norteamericano.
Gabriel Menéndez Piñera
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