Formar parte de una de las películas fundacionales del cine indie norteamericano de los 90, en tu primer largometraje como actriz, ha marcado de manera fundamental la carrera de una de las artistas homenajeadas este año por el FICX. La película es “Simple men” (1992, Hal Hartley) y ella es Elina Löwensohn, toda una institución en el cine independiente a nivel mundial de los últimos 30 años.
Bill (Robert Burke) y Dennis (Bill Sage) son dos hermanos que, por diferentes razones, se lanzan a la búsqueda de su padre, perseguido por la policía acusado de un atentado al pentágono varios años atrás. En su camino se encuentran con varios personajes muy peculiares y con dos mujeres fascinantes, Kate (Karen Sillas) y Elina (Elina Löwensohn).
La película, deudora de su tiempo, tiene un tono entre profundo y amable que engancha con el espectador con suma facilidad. Poseedora además de un guion bien construido, en el que las escenas fluyen suavemente, pero sin perder el ritmo en ningún momento, se convierte en una obra que deja al espectador con una sonrisa permanente, mientras alimenta su cerebro con cuestiones psicoemocionales.
Pero sin duda lo mejor de “Simple men” es su elaboración técnica. Las arriesgadas posiciones de cámara, el uso de la luz para lograr escenas cálidas (a la vez que tensas) y una puesta en escena, que llega a su cenit en la escena del baile de Elina y Dennis, conforman un trabajo excepcional por parte de su director Hal Hartley.
Hay películas que, cuando se ruedan, sus protagonistas no son conscientes de que están sentando las bases de una época y un estilo. Esto es lo que sucedió en su día con “Simple men”, la cual se convirtió en modelo a seguir por muchos otros directores y, treinta años después de su realización, se mantiene tan fresca y moderna como entonces.
Gabriel Menéndez Piñera
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