El conflicto entre el IRA (Ejército Republicano Irlandés) y el gobierno británico tuvo su mayor auge en la década de los años 70, a partir del trágico Domingo sangriento (30-01-1972), en el que el ejército británico mató a 14 civiles. Han sido muchas (y algunas muy buenas) las películas que, en los últimos 30 años, han reflejado esa lucha entre los dos bandos. Ahora nos llega “Baltimore” (2023), dirigida por el matrimonio formado por Joe Lawlor y Christine Molloy, homenajeados en esta edición del FICX con una retrospectiva de su obra.
“Baltimore” narra la historia de Rose Dugdale (Imogen Poots), la cual, pese a pertenecer a la clase alta inglesa, se rebela frente a las injusticias sociales que se encuentra en su camino, tales como el patriarcado o las diferencias de clase. A principios de los años 70, se alista como voluntaria en el IRA y planea un robo de obras de arte pertenecientes a un matrimonio de la nobleza inglesa y así poder usarlas como moneda de cambio para pedir el traslado a cárceles irlandesas de determinados presos, pertenecientes al grupo terrorista.
La película adopta una forma narrativa basada en continuos saltos entre tres espacios temporales diferenciados. El primero es el crecimiento de Rose como mujer y, a la vez, como activista. El segundo es el momento en el que perpetran el robo de los cuadros y el tercero es la posterior huida y confinamiento en una casa en el campo.
Por otro lado, el principal sustento del film es la actriz Imogen Poots, la cual hace una excelente labor mostrando la rabia de un personaje que, al mismo tiempo, destila fragilidad, sensibilidad y fuerza interior. A su lado, un buen número de secundarios solventes consigue redondear el trabajo actoral.
Es “Baltimore” una obra en la que la tensión se mantiene en todo momento. No hay apenas respiro para un personaje principal que, además, lleva consigo una nueva vida en su interior. Esto tiene su reflejo en la forma en la que está rodada, con muchos movimientos bruscos de cámara hacia un lado y otro, como si se nos quisiera mostrar el permanente estado de alerta en el que tenían que estar los miembros del IRA.
En definitiva, una película interesante, quizá bastante previsible en cuanto a su realización. No volverá loco a nadie, pero tampoco le hará pensar que ha perdido el tiempo viéndola. Desde luego, supera con creces a la mayoría de las películas que se proyectan a día de hoy en las salas comerciales.
Gabriel Menéndez Piñera
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