0

Los Fabelman

Al igual que hizo en su día Ingmar Bergman con “Fanny y Alexander” (“Fanny och Alexander”, 1982) y, más recientemente, Pedro Almodóvar con “Dolor y gloria” (2019), Steven Spielberg ha echado la vista atrás, al llegar a una edad en que la muerte empieza a asomar la mano detrás de la puerta. Todo aficionado al cine sabe que el divorcio de sus padres, ocasionó un gran trauma en el joven aspirante a cineasta y, gracias a “Los Fabelman”, podemos visionar ese momento (y otros no menos relevantes) de su vida y entender las razones por las que ha cargado con ese peso toda su vida.

Sammy Fabelman (Mateo Zoryan/Gabriel LaBelle) es un tímido adolescente obsesionado con hacer películas. De su padre Burt (Paul Dano) heredó una inteligencia y capacidad de trabajo inabarcables. De su madre Mitzi (maravillosa, como siempre, Michelle Williams) obtuvo la sensibilidad artística necesaria para transformar lo anterior en arte. Sin embargo, en su familia, obligada a trasladarse varias veces debido al trabajo paterno, hay un secreto que marcará para siempre la vida del joven Sammy.

Lo primero que destaca, en el último trabajo del genio norteamericano, es que ha dejado un poco de lado toda su maestría técnica (la cual pudo desarrollar en su totalidad en su anterior película “West Side Story”) y se ha centrado en realizar una película en la que las emociones y las sensaciones son las protagonistas. Sí es cierto que hay alguna escena maravillosa, con una puesta en escena más compleja, pero la mayor parte de ellas tienen una factura sencilla, sin complicados movimientos de cámara.

En cuanto al reparto, destaca, como ya dije, una Michelle Williams mayestática en el papel más importante de una película que podría haberse titulado perfectamente “Todo sobre mi madre”. Ella es el eje que mueve a todos los demás personajes y la que provoca el conflicto familiar que marca la vida del protagonista. A su lado, Paul Dano ejerce de manera muy convincente de padre honrado, bueno, sensato y pragmático (demasiado quizá), causante de que la madre dejase a un lado su carrera de concertista de piano y que pretende hacer lo mismo con los sueños de convertirse en cineasta de su primogénito.

Spielberg manifiesta de manera bastante clara en la historia de su adolescencia, algunos de los temas recurrentes en su filmografía posterior (tanto como director, como productor). Así, el racismo sufrido por ser judío, su afición por la aventura, el sentirse excluido a su llegada a California y los conflictos paternos, son parte integrante de lo que vemos en la pantalla.

Como siempre sucede cuando alguien cuenta su propia vida, hay momentos que a uno mismo le parecen muy interesantes y transcendentales, pero que al espectador no le llegan de la misma manera. “Los Fabelman” no es una excepción y hay alguna escena que hace que la película se atasque un poco, pero son una parte poco importante en una obra, que en sus dos horas y media de duración te mantiene atento en todo momento, gracias a la gran calidad artística y emotiva de lo que se muestra.

Para terminar, hay una escena que resume perfectamente la forma de ser de Spielberg. Cuando la madre le pregunta por qué está tan esquivo con ella, él en vez de contestarle con palabras, le proyecta en un sitio muy especial para ambos, algunos recortes de las películas caseras que filmó. Esa es la forma en la que ha estado expresándose toda su vida, a través de sus películas, con las que consigue mucho más que con sus propias palabras.

No se pierdan “The Fabelmans”, sobre todo si, como yo, son unos amantes del cine clásico. Atención, sobre todo, a una primera escena que te retrotrae a tu propia infancia y a una última escena (inesperada), que te deja con una sonrisa de oreja a oreja durante unas cuantas horas.

Gabriel Menéndez Piñera

 

 

 

Comentarios

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>