“Una película con una sonrisa y, tal vez, una lágrima”. Así comenzaba “El chico” (“The kid” 1921, Charles Chaplin). Esta legendaria frase se podría aplicar igualmente a “Saben aquell” (2023, David Trueba), en la que se nos narra, no tanto la vida del humorista Eugenio, como sí la historia de amor entre éste y su primera esposa, la cantante Conchita Alcaide.
Barcelona, finales de los años 60, un joven Eugenio (David Verdaguer) a punto de casarse, conoce en una actuación en un bar a Conchita (Carolina Yuste). Ya desde ese primer contacto, el futuro humorista, tiene claro que quiere tener una relación personal y profesional con esa mujer a la que acaba de conocer. Juntos formarán un dúo musical, en el que en sus actuaciones Eugenio irá, poco a poco, introduciendo pequeños interludios cómicos, sin saber que con ellos obtendrá su mayor éxito y su mayor fracaso.
Es “Saben aquell” una película cálida, cercana, una sencilla historia de amor entre dos personas excepcionales, cada una a su manera. Una obra, cuyo título hace pensar que el protagonista es Eugenio, pero que yo creo que, en realidad, la película tiene como principal eje al personaje de Conchita. Hay durante todo el metraje una clara intención de revindicar a la figura como cantante de esta mujer andaluza, que supo cantar en catalán como pocas. Pero lo que me lleva en realidad a esta reflexión, es que la película comienza cuando Conchita aparece en la vida de Eugenio y se termina cuando ella desaparece tristemente de la misma. No hay rastro de las posteriores parejas de Eugenio, ni del progresivo descenso a los infiernos que, otros directores no hubiesen tenido ninguna duda a la hora de mostrarlo en la pantalla, algo de lo que hemos sido testigos infinidad de veces en otros biopics sobre artistas.
David Trueba opta por mostrar únicamente esa época más luminosa, la cual tendría un abrupto final trágico. Para acentuar la calidez de la historia, acerca mucho la cámara a los personajes, de forma que casi sentimos su respiración. Así mismo. tanto los movimientos de la cámara. como el ritmo de la película, son suaves, fluidos, sin ningún tipo de urgencia. Con ello, parece querer reflejar esa década de los 70, en la que todo iba mucho más despacio, incluyendo las carreteras que conducían al éxito artístico.
Lo que sin duda puedo aseverar, es que esta película no sería la misma, sin la participación tanto de David Verdaguer, como de Carolina Yuste. El primero se mimetiza en el personaje al que representa, pero sin perder su propia fisonomía tan llamativa y poderosa. Con la segunda, ya he decidido hace tiempo que no puedo ser objetivo, Carolina me tiene enamorado como actriz y como persona. En este caso que nos ocupa, da una nueva lección de como introducirse en la piel de su personaje, de forma tan sutil como efectiva. Se diría que lo que vemos en pantalla no es una mujer, si no dos, la actriz y el personaje fusionados de tal manera, que ya pertenecen a un universo paralelo de los muchos que tengo instalados en mi cerebro.
Otro de los aspectos positivos de “Saben aquell” es la estupenda ambientación tanto en interiores como en exteriores, reflejando a la perfección esa Barcelona (y esa España) de los años 70. Respecto al catálogo de personajes reales que van apareciendo por la película, Trueba no recurre a efectos especiales ni nada parecido. Se limita, de manera muy efectiva, a recurrir a los que están todavía entre nosotros y a actores que representen a los que nos han abandonado. Eso supone tomarse alguna que otra licencia (como en el caso de la presentadora del Un, dos, tres), pero considero que es una pecata minuta, comparado con la excelencia que preside el resto de la obra.
Para finalizar, sólo me resta comentar que David Trueba ha conseguido una película muy redonda, un homenaje a una mujer extraordinaria y a un cómico que no quería serlo, pero que triunfó rompiendo todos los moldes de la comedia en aquella España en la que empezaba a amanecer.
Gabriel Menéndez Piñera
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