Buscar la realidad dentro de una ficción es algo habitual en el universo cinematográfico, siendo los motivos para ello de lo más diverso. Uno de los más comunes es dar una patina de autenticidad a la historia que se muestra en la pantalla. En el caso de “Algo viejo, algo nuevo, algo prestado” (Hernán Roselli, 2024) esa búsqueda va mucho más allá ya que, mediante el uso de cámaras de seguridad, (supuestas) viejas cintas de video y una realización totalmente documentalista, nos sumerge en las entrañas de la familia Felpeto, dedicada desde hace décadas al juego clandestino (y quizás otras actividades) en la ciudad de Buenos Aires.
Maribel Felpeto se ocupa, junto a su madre Alejandra Cánepa y otros empleados a gestionar el negocio de apuestas heredado de su padre Hugo...
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