Decir que en España se hace actualmente muy buen cine de género ya no resulta extraño. Lejos quedaron los años de las coproducciones con italia y otros países en las que se fusilaban recientes éxitos de acción o terror del cine norteamericano, cambiando ligeramente el título y los nombres de los personajes. Así “Mad Max salvajes de la autopista” (“Mad max” 1979, George Miller) se convirtión en “El exterminador de la carretera” (1983) y “El exorcista” (“The exorcist” 1973, William Friedkin) se transmutó en “Exorcismo” (1975, Juan Bosch), por citar únicamente un par de ejemplos representativos.
Con “La isla mínima” (2014, Alberto Rodriguez), se ha llegado a un nivel de calidad difícilmente superable en el cine de género. El director español ha logrado una obra casi redonda en la que sus muchas virtudes apenas se ven empañadas por un detalle en el guión que le resta mucha verosimilitud a la historia.
Dicha historia es la siguiente: nos encontramos en un pueblo perdido de la Andalucía de principios de los años 80. Unos años en los que los rescoldos del fascismo siguen enfrentados con los aires de cambio que trae la reciente democracia y más en determinados sitios de nuestra geografía. Hasta este pueblo llegan dos policías encargados de investigar la desaparición de dos hermanas adolescentes, las cuales no tardan en aparecer muertas. A partir de ese momento los dos policías se enfrentarán a una investigación mucho más compleja de lo que parecía en un principio y en la que sus diferentes formas de pensar y actuar se transformarán en una especie de simbiosis entre los dos compañeros.
Hay muchos aspectos de este film que resultan muy destacables, pero si hay uno que es especialmente remarcable es la continua y creciente tensión que el visionado del mismo genera en el espectador. Tensión que llega a su cénit en un par de escenas: la persecución nocturna del coche que andan buscando y la escena final bajo la lluvia torrencial. No logro recordar una película, española o no, que en los últimos años me haya producido tanto desasosiego durante su visionado.
Otro aspecto positivo del film es la gran actuación de los dos protagonistas Raúl Arévalo y Javier Gutierrez que dan vida respectivamente a Pedro y Javier los dos policias encargados de cubrir el caso. La química que se forma entre los dos actores entre sí, y entre ellos y su personaje es realmente espectacular, de tal forma que al acabar la película te quedan ganas de saber más aspectos de su vida. Ambos actores se ven apoyados por un gran número de secundarios de entre los que destaca (como siempre) Antonio de la Torre en su papel de padre de las niñas desaparecidas.
Respecto al guión, escrito por Rafael Cobos junto con el director Alberto Rodriguez, se trata de un guión muy sólido y bien estructurado, con bastante complejidad en la trama y en el amplio número de personajes que la pueblan. Un guión áspero, duro algunas veces, que refleja muy adecuadamente el momento histórico, socialmente hablando, que se representa en la película. Sin embargo, es también el guión el causante del único punto negro del film ya que la forma de actuar de los criminales es totalmente inverosimil. Me explico: en un momento de la película se nos explica que ha habido una desaparición de una joven al año, los últimos tres años, siempre coincidiendo con las fiestas del pueblo. Los dos policías llegan al msmo tras la desaparición de las dos hermanas unos días antes y a pesar de que todo el pueblo y alrededores conoce la llegada de los dos investigadores, el criminal no sólo no espera otro año para volver a sus actividades si no que comienza de nuevo su labor a los pocos días y enfrente de las narices de los policías. Otro aspecto un poco negativo del guión es la desaparición a lo largo del film de alguno de los personajes secundarios, de los que no se vuelve a saber nada de ellos en toda la película
La labor del director Alberto Rodriguez es excelente en todos sus aspectos, empezando por aprovechar la increible fotográfía de Alex Catalán para mostrarnos una ingente cantidad de planos cenitales excepcionales. También consigue crear un ritmo rápido, a pesar de que las escenas de acción son escasas, y contagiar al espectador del mal rollo que se respira en el ambiente durante todo el metraje. Así mismo, com ya dije al principio, Rodriguez es el responsable de dos escenas gloriosas que elevan enormemente el nivel de la cinta por su calidad cinematográfica y por la tensión que generan en el espectador.
En definitiva, le auguro a esta película no sólo una larga y fructífera vida comercial, si no que creo que va a conseguir acumular unos cuantos premios. Cosecha que ya ha comenzado en el pasado Festival de San Sebastián con los premios al mejor actor para Javier Gutierrez y para la hermosísima fotografía de Alex Catalán, estoy seguro que no serán los únicos que van a conseguir en los próximos meses.
Películas como ésta son necesarias en el panorama cinematográfico español para que el gran público de nuestro país se acerque cada día un poco más a nuestro cine el cual, pese a lo que cree mucha gente, está repleto de buenas películas y no se compone únicamente de comedias costumbristas y dramas intimistas. En el cine español caben casi todos los géneros y tenemos profesionales capaces de llevar adelante todo tipo de películas, pero como en todos los aspectos de la vida para poder llevar a cabo algo grande necesitas el apoyo de mucha gente que respalde la viabilidad del proyecto y esa gente tiene que ser los espectadores que debemos acudir a las salas de cine a ver nuestras películas.
Gabriel Menéndez
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