Buscar la realidad dentro de una ficción es algo habitual en el universo cinematográfico, siendo los motivos para ello de lo más diverso. Uno de los más comunes es dar una patina de autenticidad a la historia que se muestra en la pantalla. En el caso de “Algo viejo, algo nuevo, algo prestado” (Hernán Roselli, 2024) esa búsqueda va mucho más allá ya que, mediante el uso de cámaras de seguridad, (supuestas) viejas cintas de video y una realización totalmente documentalista, nos sumerge en las entrañas de la familia Felpeto, dedicada desde hace décadas al juego clandestino (y quizás otras actividades) en la ciudad de Buenos Aires.
Maribel Felpeto se ocupa, junto a su madre Alejandra Cánepa y otros empleados a gestionar el negocio de apuestas heredado de su padre Hugo. Son momentos complicados para la familia ya que, una nueva ley que declara penalmente ilegal este tipo de actividades, les hace temer constantemente por una redada en sus casas, desde donde llevan a cabo toda la actividad. Además, Maribel descubre un secreto de su padre, recientemente fallecido, el cual le afecta directamente y le hace llevar a cabo una investigación personal sobre el mismo.
Es muy destacable, en primer lugar, el uso constante de presunto metraje encontrado en viejas cintas de video, el cual hace dudar al espectador acerca de si lo que está contemplando es una historia real o interpretada. Lo que no estoy seguro es si esas cintas son reales y pertenecientes a la familia que interpreta a los personajes principales (usando sus nombres reales además) o se han rodado específicamente para la realización de este largometraje. Me inclinaría por este último aspecto, debido a la calidad de las mismas. Otro aspecto que refuerza la sensación de realismo es la gran cantidad de escenas cotidianas que se nos presentan, desde los momentos laborales con las apuestas, hasta las celebraciones familiares, tanto las antiguas (rodadas en video) como las modernas.
Otro punto muy a favor de la película y de su director Hernán Roselli es el ritmo que ha impuesto a la narración, el cual fluye de forma constante durante todo el metraje, pese a que hay escenas muy contemplativas, en las que realmente no sucede nada destacable. El director argentino da muestras de un control envidiable del tempo narrativo, así como de tener el cuajo suficiente para ir soltando la información con cuentagotas, manteniendo así permanentemente el interés del espectador.
Una de los aspectos más sorprendentes es la increíble actuación de sus dos protagonistas femeninas, tanto Maribel Felpeto, como Alejandra Cánepa realizan una labor excelente, en la que es (hasta ahora) su única incursión actoral a este nivel.
¿Entonces cuál es el problema de “Algo viejo, algo nuevo, algo prestado”?, precisamente su mayor virtud, ya que ese realismo a ultranza que nos plantean, acaba con todo intento de una puesta en escena elaborada, de una colocación de la cámara adecuada, de una fotografía artística o del uso de cualquier tipo de música que acompañe a las imágenes.
En definitiva, “Algo nuevo, algo viejo, algo prestado” es una propuesta muy interesante, con cierta originalidad y con un trabajo muy destacable, a la hora de mezclar las imágenes antiguas, con lo que sucede en la actualidad. Eso sí, que nadie se espere ver en esta película una versión argentina de “Los soprano”.
Se puede volver a ver, dentro de esta edición del FICX hoy sábado 16 a las 20.00 en la sala Ocine 5 y mañana domingo 17 a las 21.45 en Gijón sur.
Gabriel Menéndez Piñera
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