De mujeres silenciadas está abarrotada la historia del arte, creadoras cuya obra no fue atendida o, lo que es peor, apropiada por el género masculino. Recordando a esas mujeres, Margherita Vicario debuta como directora con “Gloria!”, una fantasía musical la cual, pese a una parte final muy convencional y casi sonrojante, posee también una serie de valores bastante destacables.
Venecia, finales del siglo XVII, el Papa Pio VI anuncia su visita al orfanato de San Ignacio, regentado por el párroco y compositor musical Perlina (Paolo Rossi). Tal hecho provoca la imposición, por parte del gobernador al párroco, de la composición de un nuevo concierto que será interpretado por las jóvenes del orfanato, a las cuales se les ha ido enseñando música desde que llegaron al mismo. La excepción entre las jóvenes es Teresa (Galatéa Bellugi), una joven criada en el orfanato quien, pese a no tener ningún conocimiento teórico musical, posee un talento innato para la composición.
La película sorprende en su comienzo con una serie de escenas costumbristas rodadas con un gran domino técnico y con las que la directora aprovecha para presentarnos a los diferentes personajes y sus circunstancias. Da la impresión de que Margherita Vicario tuviera el temor a que su película languideciera rítmicamente en ese comienzo, porque usa un un montaje demasiado acelerado, el cual choca con la historia, el momento y el ambiente.
Sin embargo, hace uso de la cámara de forma brillante, planteándonos unos planos excelentes, ayudados por un uso de la luz muy inspirado. Así mismo la puesta en escena en la primera mitad de la película está muy trabajada y sobresale positivamente. Sin embargo, a partir del ecuador de la cinta, todo el aspecto técnico decae considerablemente, dando prioridad a la historia y a los personajes. Todo ello mucho menos interesante que lo visto hasta entonces.
“Gloria!” va caminando progresivamente de más a menos durante el metraje, volviéndose cada vez más previsible, tango respecto al argumento, como a la parte técnica, para desembocar en un final de esos que gustan al gran público pero que, a los que verdaderamente amamos el cine, nos deja con esa sensación de que ya nos la han vuelto a colar una vez más.
Respecto al reparto destaca, entre un elenco primordialmente femenino, Paolo Rossi como personificación de todo lo malo del género masculino, dando vida a este párroco tramposo, misógino, explotador y carente de toda virtud. Entre las jóvenes intérpretes ninguna sobresale especialmente, en un reparto femenino pleno de frescura y vitalidad, el cual saben transmitir perfectamente.
No sabría decir si “Gloria!” es una grata sorpresa (por su brillante primera parte) o una decepción (por esa parte final de telefilm). Espero que Margherita Vicario siga desarrollando su carrera hacia lugares más complejos temáticamente y mantenga esa expresión visual y técnica que nos ha regalado con su primera película.
Gabriel Menéndez Piñera
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